Alturas

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi AL CONTADO

SANTIAGO CIUDAD

13 sep 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Santiago es una ciudad achatada, bajita, sin edificios altos. Quizás esto haya generado un cierto complejo de altura. Hace unos años, en el barrio de mayor altitud, en una colina del extrarradio, levantaron cuatro torres residenciales de 45 metros. Ahora se ven desde todas partes. A mí me generan un efecto visual extraño: es como si un pívot de baloncesto apareciese en un entrenamiento con unos zancos para encestar mejor. As Cancelas era un promontorio con una vista privilegiada. No necesitaba ninguna escalera para asomar la cabeza, pero ahí está ahora, con su corona de edificios, con su absurdo tupé de ladrillo, disfrazada por el urbanismo para un concurso.

A pesar de todo, Santiago tiene un majestuoso rascacielos de piedra, con dos torres gemelas, que miden unos setenta metros. Y no es otro que la Catedral, el edificio más alto de la ciudad. No sé cuántos lugares del mundo pueden presumir de esto. Así es nuestro skyline, muy modesto y chapado a la antigua. Nadie puede mirar por encima del hombro a nuestra Catedral, que marca el tiempo con sus campanadas, igual que un lord inglés que mira la hora del té con su reloj de bolsillo. No hay lugar del centro desde el que no se divisen sus dos torres. Por eso resulta curioso que los peregrinos pregunten constantemente cómo llegar a la Catedral. La tienen delante de sus ojos, a unos metros, pero no la ven. Tal vez sea el peso de la mochila o el cansancio. O quizás llegan desorientados por los mamotretos de As Cancelas, confundidos por esas cuatro torres altísimas, que son como un falso faro que hace encallar los barcos en la noche.