Enterrar bares

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi AL CONTADO

SANTIAGO CIUDAD

02 ago 2017 . Actualizado a las 21:52 h.

Nos cierran los viejos bares de siempre y no nos queda más remedio que asistir a sus entierros. Se trata de un sepelio singular, imprevisto. Nadie hace ninguna ofrenda, ni se viste de luto, ni se escuchan los llantos. Una mañana cualquiera, bajas a la calle y al doblar la esquina te encuentras las persianas del local totalmente bajadas, en puertas y ventanas, como si alguien hubiera precintado una caja. Se percibe como una señal definitiva. Un bar que cierra hasta el lunes solo corre las cortinas, del mismo modo en que uno baja sus párpados para una siesta. Pero la muerte tiene otra cara y otro color, y muestra una rigidez implacable. Esa verja hasta el suelo, con su candado, es en cierta forma como el rostro de un tipo metido en un ataúd.

Así es como enterramos nuestros bares. Un buen día, sin saberlo, te encuentras al muerto en la calle. Tal vez sea el orden lógico y natural de las cosas, por mucho que nos moleste. El dueño de la pulpería Fuentes, que es al barrio de Conxo lo que la Catedral a Santiago, en cambio, ha decidido avisar a todos los vecinos para evitar sustos. Y ha dicho que bajará la persiana si no encuentra un socio. Miguel, el propietario, montó el local en 1981, justo antes del mundial, y desde entonces ha trabajado sin descanso. Los problemas de salud le obligan ahora a pedir auxilio. Un mensaje de ayuda, pero que suena más bien a una despedida.

Existe la tradición de honrar al muerto con una comida después del funeral. Tal vez un día, si cierra Fuentes, haya que buscar una buena pulpería para rendirles el tributo que se merecen. El problema es que igual, a este paso, hay que organizarlo en un Kebab.