Sí, como lo oyen, quemada con el incendio que asoló la comarca, más concretamente los municipios de Dodro y Rianxo. Pero no exactamente con el hecho y sus circunstancias, sino con la ceguera de los ciudadanos y la incompetencia y/o caradura de los responsables políticos del asunto. Me explico.
Los ciudadanos, cada vez que ocurre algo grave hemos abrazado una nueva costumbre con el mismo frenesí que un templario asiría el Santo Grial: colocamos el lacito de turno en las redes sociales y ya justificamos ante nuestras conciencias que somos ejemplares, comprometidos y solidarios ciudadanos de bien. Así, con poco tiempo y menos esfuerzo. En el caso que nos ocupa no podía ser menos (por cierto, un tanto localista pues no vi ninguno de Dodro). Y eso, tiene menos sustancia que un trozo de corcho.
De la otra parte tenemos a unos políticos que retozan ufanos en el fango de Venezuela, Cataluña o de la tía Enriqueta de Murcia. Lo que sea con tal de no hablar de los temas importantes que nos afectan a todos. En este caso -como en otros- me asombra que nos metan a todos a teorizar sobre si fue una línea de alta tensión o un incendiario, si fue tal o cual colectivo con intereses, obviando la causa última de este y todos los incendios: una política forestal que de forma contumaz se manifiesta errada. Una política forestal orientada al mayor beneficio a corto plazo (eucalipto de 20 años) en aras de favorecer intereses privados.
Mientras esto no cambie, nuestro monte seguirá ardiendo cíclicamente, con incendios, en su mayoría provocados, cuando las circunstancias son propicias.