Boqueixón reclama su párroco

BOQUEIXÓN

Los vecinos impiden dos misas tras haber cambiado al cura sin dar explicaciones

09 nov 2009 . Actualizado a las 14:01 h.

En la parroquia de Pousada (Boqueixón), en el corazón de la Galicia rural, las vacas pastaban ayer mansamente, como cada mañana. Las chimeneas de las casas de piedra daban señales de esa vida al calor de una lareira, y creaban pequeñas nubes de humo que luego se perdían en la niebla. Y el campo olía como casi siempre, a esa mezcla de leña quemada, estiércol y caldo de berza. El domingo es cuando el pueblo se engalana y los niños se peinan con la raya a un lado. Y cuando se celebra la misa, donde se encuentra todo el mundo. Sin embargo, no fue ayer un domingo cualquiera en Pousada. Los parroquianos se fueron a la capilla pronto, pasadas las diez y media, y se agruparon frente a la puerta, con ese aire de resistencia que muestran los obreros cuando hacen asambleas a la entrada de las fábricas. Estaban esperando al nuevo cura para decirle que no le darían las llaves para celebrar la eucaristía. Sin que ningún vecino sepa por qué, las autoridades eclesiásticas han decidido apartar a otras funciones a José Manuel Grandas, el joven sacerdote de 26 años que los atendía hasta ahora. Sobre las once de la mañana, el cura sustituto llegó en un coche rojo, lo aparcó en una explanada y se dirigió hacia la gente. «¡Xa vén aí este carallo!», exclamó un parroquiano. El sacerdote se abrió sitio entre el grupo, con gesto de cierta indiferencia. Sin detenerse a hablar con nadie, se dirigió a la entrada de la capilla. Pidió las llaves para oficiar la misa -son propiedad de la parroquia- a un grupo de señoras, y al no tener respuesta se dio media vuelta. En medio de un sobrecogedor silencio, impropio de un acto de protesta, el sacerdote se abrió paso entre los corrillos. Y con la vista al frente se dirigió hacia su coche. Solo se escuchaban sus pisadas. La mirada de todos los parroquianos -entre los que había ancianos, padres y niños- hacia él, que cada vez se alejaba más, era más elocuente que cualquier palabra. Es ese aire revolucionario que a veces tiene el silencio. El cura se marchó sin que nadie dijese nada. Ni una increpación. Todo parecía estar clarísimo. «Un mozo atento» «Aquí non se celebra unha misa máis ata que nos digan por que non vén José Manuel; era un mozo atento e tiña a todo o mundo contentísimo. Un bo cura, un bo cura, home...», explicaba un vecino llamado Agapito, que ejerce como portavoz en este conflicto. Según cuentan en la parroquia de Pousada, fue el pasado martes cuando el Arzobispado comunicó a José Manuel que cambiaba de funciones. Sin embargo, los vecinos no han recibido explicación alguna. La falta de datos ha alimentado las especulaciones, y ha dado lugar a todo tipo de conjeturas entre algunos vecinos, algunas de contenido disparatado. Pero la gran mayoría de los parroquianos sospecha que José Manuel fue apartado por concebir el sacerdocio de manera más abierta, y por mantener alguna que otra controversia con otro párroco de la zona. Después de las once, el cura sustituto de José Manuel abandonó en su coche Pousadas. Y se dirigió hacia la parroquia de Codeso, donde también tenía que oficiar misa. Los habitantes de Pousadas, concluido su peculiar amotinamiento, subieron a sus vehículos y se fueron hasta la iglesia próxima a solidarizarse con sus vecinos, los de Codeso, que también impidieron la misa por la sustitución de José Manuel. Al igual que en la primera parroquia, el cura llegó en su coche rojo, se bajó y pidió las llaves para oficiar la misa de las doce. Pero nadie se las facilitó. «No voy a dar ningún tipo de explicación, hablen con los vecinos; he venido a dar un servicio y si no puedo hacerlo, me marcho», precisó el sacerdote sustituto al ser preguntado. Y al igual que en Pousadas, allí se quedaron los vecinos de Codeso, frente a la puerta, con todo dispuesto para adelantar la hora del vermú. En pequeños corros, los parroquianos iban buscando argumentos para un cambio para el que no han obtenido una respuesta. Los vecinos de Codeso sí le pidieron una versión de los hechos al cura que reemplazaba a José Manuel, pero este se negó a dársela al entender que no estaba autorizado para hablar. Una mujer, no muy lejos, se lo tomó a broma. «Igual che son as cousas da divindade».