Pasa el último tren de esta legislatura para llevar a buen término la tan deseada, veinte años frustrada, operación urbanística del viejo colegio Peleteiro en el mal parido Ensanche. La reunión de la comisión municipal prevista para este martes con participación de la propiedad de la finca (un fondo de inversión americano y la Sareb) debe ser decisiva para inclinar la balanza hacia una mayoría política que apruebe la modificación puntual del PXOM y afiance el consenso ciudadano, que a día de hoy no es total. No hacerlo engrosaría el historial de reveses financieros, judiciales y políticos que han impedido que el viejo Peleteiro sea actualmente un espacio para la ciudadanía. No hacerlo ahora sería un fracaso de toda la corporación municipal con previsibles consecuencias futuras: bloqueo político para un megaproyecto que debe salir adelante con el mayor consenso posible. Seguramente hay margen para, sobre la campana, ampliar los puntos de acuerdo, para que Compostela Aberta tenga la opción de sumarse al futuro del Ensanche sin verse obligada a seguir enrocada en el pasado de su iniciativa de gobierno del 2019, electoralmente mucho más intempestiva que la actual. A poco más de un año de las municipales, aunque a Bugallo le parezca un «lujo asiático», es inevitable que la política local entre en modo campaña. Pero han de saber nuestros munícipes que sus vecinos esperan que no se dejen llevar por la miopía cortoplacista de las estrategias electorales y estén a la altura de lo que Santiago necesita. La ciudad no puede seguir postergando el dibujo urbanístico y las magnitudes de su nuevo corazón en el Ensanche. O ahora, o a saber cuándo.