Con la tromba de contagios que se nos ha venido encima y que seguramente arreciará aún más a principios de esta semana, en cuanto se reanuden masivamente los test de antígenos y las PCR, cuesta atisbar una perspectiva optimista del año que acabamos de estrenar. Debemos aferrarnos a los datos positivos, que los hay, y tan evidentes y trascendentales como la menor gravedad de esta sexta ola impulsada por la variante ya predominante ómicron y la decisiva vacunación de una inmensa mayoría de la población. Es muy significativo que en el área sanitaria de Santiago y Barbanza, donde ha impactado de forma brutal el covid estos días, solo superada por el área de Vigo, en todo diciembre se haya registrado, y al menos hasta ayer, un fallecimiento. Cuesta buscar algo positivo mientras haya muertes, aunque sea una sola, y no hay que olvidar que hasta hace un mes eran 381 las personas fallecidas en nuestra área sanitaria (46 concellos) desde el inicio de la pandemia. Sin embargo, nunca antes se habían producido tantos contagios, ¿quién no tiene algún familiar, amigo o conocido que estos días se ha infectado? Nos toca vivir con ello, esperando que muy pronto, tan rápido como llegó y arrasó, esta ola también desaparezca y entonces podamos empezar a pensar que volverá la mar calma o, en el peor de los casos, que la pandemia que nos trae en jaque desde hace casi dos años la asimilaremos como una gripe a la que mantendremos a raya con una vacuna anual. Entonces desaparecerán los nubarrones que ennegrecen el presente y el futuro inmediato de tanta gente por las consecuencias sanitarias y económicas. Será la mejor noticia de este año, y que sea pronto. Mientras tanto, cuídense mucho.