Farta das obras de Concheiros

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

24 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuestionar el impacto que una obra pública mal planificada tiene sobre las actividades económicas de su entorno no es ejemplo de empatía con quienes la sufren. Con todos los que la sufren, no solo con quien se ve obligado a echar el cierre definitivo porque esa obra le ha dado la puntilla a su negocio, sea el que sea, esté mejor o peor gestionado o tenga más o menos competencia en las inmediaciones. Tal vez quienes cuelgan hoy carteles en sus escaparates -gran parte de los existentes en la calle- gritando su lógico hartazgo, meses después de que concluya la reurbanización de Concheiros meditarán que el sufrimiento ha merecido la pena, necesitada como estaba esta rúa, desde hace mucho tiempo, de una reforma acorde con su rango de entrada del Camino Francés y, para el día a día de sus vecinos y trabajadores, y de los compostelanos en general, de modernización de sus servicios y mejora de la movilidad. No obstante, nadie debería quedarse por el camino. Desconozco si los números de la panadería San José eran negros o rojos antes de que las máquinas convirtiesen en un campo de minas la calle donde tres personas se ganaban la vida desde hace 17 años, si su pan era mejor o peor que el de otra panadería -que, por cierto, también cuelga el cartel- y de los supermercados que tiene a cien metros a la redonda, o si sus propietarias exageran sobre el impacto de las obras en su actividad comercial actual o futura. Paloma Bustelo lo narró en La Voz con detalle y crudeza: «Saímos fortalecidas coa pandemia pero agora as obras lévannos ao peche». Y lo peor es que no ve futuro porque, tal como quedará la calle, su negocio se resentirá, pues el estacionamiento limitado beneficiará a los grandes frente a los pequeños. Sí, cerraron provisionalmente a finales de enero: «A situación era insostible». Querían volver, pero ahora están seguras de que no tendrán futuro en Concheiros. El cabreo es un clamor. Comerciantes, hosteleros y vecinos al unísono. Con razón inapelable. Hay que rebelarse contra la demora sistemática de las obras públicas. En Concheiros, el plazo era de 9 meses, debían concluir en julio. En agosto se prorrogó hasta el 12 de noviembre. ¿Cuántas prórrogas más caerán?