Día grande de fiesta en Santiago, una ciudad abierta, generosa y ocupada

j. gómez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

El 25 de julio transcurrió con algunas protestas, mascarilla generalizada y paraguas que se usaron para el sol

27 jul 2021 . Actualizado a las 00:06 h.

Miles de personas disfrutaron de Compostela en el día grande de sus fiestas. Una ciudad abierta y generosa, con gran ocupación en la zona monumental; pero con menos aglomeraciones y barullo que otros años. A media mañana se podía estacionar bien, y en lugares saturados otras veces era posible incluso elegir.

En la Alameda, Orfas, Porta Faxeira, Xoán XXIII o Porta do Camiño se notó un continuo acceso de personas, más intenso desde poco antes de las 11.00, hacia el entorno de la catedral. No se podía entrar al Obradoiro ni a la catedral, o cruzar desde Azibechería a San Francisco. Eso favorecía concentraciones. También quejas de algunos comerciantes, porque les cogieron por sorpresa los cortes de las calles y se sentían perjudicados. En Azibechería consiguieron que se moviese unos metros la valla para poder abrir sin problemas. También protestaban visitantes por dificultades para moverse.

Pocas personas no usaban mascarilla. Más difícil resultaba guardar la distancia en los espacios concurridos. Destacaban los paraguas, aunque no llovió y algunos los emplearon para protegerse del sol. Los gigantes y cabezudos impactaron con su animación en Praterías desde pasadas las 11.00, con la música tradicional del país. Allí, como en otros puntos, se notaba la presencia policial: «¿A qué hora podremos entrar a la plaza?», preguntaban a un policía, junto al Obradoiro, a las 12.25. «Calculamos que sobre la una y media o las dos», respondió. Resignación, ante lo que faltaba por esperar. Aunque a pocos metros las estatuas vivientes, músicas diversas y otros atractivos ayudaban a pasar el tiempo, con ambiente de fiesta; o con la tuna, scouts, peregrinos o turistas. 

Contrastes y dinamismo

Bebés portados en arnés por sus padres paseaban junto a mayores con diversidad funcional y problemas de movilidad que se hacían visibles en vehículos especiales. Un buen número de visitantes portaban bicicletas. Personas elegantes a la última contrastaban con otras descalzas.

Fuera de ese centro, la afluencia era menor. En Cervantes, un cantautor con su guitarra arrancaba aplausos a las 13.00 al interpretar L'estaca; cerca, en Pescadería Vella, otro guitarrista tenía menos éxito. En esas plazas, como en las de Salvador Parga, Santo Agostiño, Universidade, Entrepraciñas, Mazarelos, incluso en la de O Toural, faltaban la actividad y dinamismo de otros años, con el impacto inesperado y la sorpresa cultural de otras veces.

Las fiestas de Santiago siempre lo son de las comarcas próximas. Y el 25 de julio confluyen de otras zonas de Galicia (el BNG anunciaba 300 personas en su servicio de orden, procedentes de varias comarcas), y del exterior, que vienen apreciar la capitalidad política, cultural o religiosa.

Y, mientras tanto, ¿qué ocurría en el Ensanche? La plaza de Galicia estaba muy tranquila a las 13.15. A esa hora por la Senra avanzaba una manifestación que reclamaba «República galega». Las calles se hallaban apacibles, con escaso tráfico, en algunas con ambiente de peatonal. La plaza de Ponte Castro, casi vacía. En la plaza Roxa destacaba un mayor movimiento en torno al recién inaugurado paso de vaca, con pequeñas filas de personas que acudían a interesarse por la carpa-degustación allí instalada. Poco ambiente en la intermodal, con algunas esperas más para el autobús que para el tren.

Una noche sin urgencias y con trabajo intenso de artistas efímeros en alfombras

En el Hospital Clínico se atendieron 89 urgencias entre las 22.00 horas del sábado y las 8.00 del domingo, pero «ningunha incidencia relacionada coa festa», indica. Los bomberos y la policía local no intervinieron en incidencias por la noche, según referían.

Desde el sábado a las 19.00 horas hasta las 2.00 del domingo la Federación de Asociacións de Alfombristas Galegos de Arte Efémera cubrían la plaza de San Martiño Pinario; y entre las 4.00 y las 9.00 del domingo los alfombristas de Ponteareas hacían también una de sus obras en la plaza Inmaculada. Ambas utilizaban motivos y símbolos relacionados con la ciudad y la ruta jacobea.

Miguel Ángel García, de Ponteareas, explicaba que desde la víspera recibían imágenes de alfombras semejantes realizadas en más de 260 ciudades de 30 países. El proyecto lo denominaron Alfombra mundial del Xacobeo. En Santiago la realizaron 30 alfombristas de la villa pontevedresa, que trajeron todo preparado, desde flores como hortensias, buganvilla y clavel a otros elementos para elaborar una alfombra de 8 por 8 metros, sobre un diseño de Miguel Ángel Laguna, de Chinchón (Madrid). Al finalizar el acto de la catedral apreciaron su labor la vicepresidenta Nadia Calviño, el presidente de la Xunta, el alcalde, el arzobispo y otras personalidades.

 En San Martiño Pinario elaboraron tres alfombras. Ocupaban 150 metros cuadrados. Utilizaron flores y tallos de hortensias, claveles o margaritas; y caolín de Sargadelos, sal gorda teñida o conchas de moluscos. Destacaba un botafumeiro, también realizado con elementos vegetales: «A idea foi interpretar os sentimentos e simbolismos do Camiño, aproveitando materiais clásicos de diferentes lugares, para conseguir unha mensaxe máis viva», explica el arquitecto Carlos Coto, vicepresidente de la entidad organizadora. Valora la experiencia como «un éxito» y «con vontade de repetir», por los miles de visitantes que recibieron y por las fotos y comentarios que les llegaron. Fue una labor muy colectiva, en la que participaron más de cien personas, agrega Coto.

El ambiente continuó por la tarde, siempre acompañado de buen tiempo. Apenas hubo personas para comer en la zona del campus, como otros años; y muchos bares, cafés, restaurantes y hostelería trabajaron bien, con concurrencia en las terrazas y en el interior de establecimientos durante la jornada.