Así somos

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

05 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

No es tema menor, aunque lo parezca, potenciar el voluntariado. Y no es tema menor porque el voluntariado está enraizado en el alma gallega desde hace quizás milenios, si bien el desarrollo tecnológico -o sea, lo que llamamos progreso- y sus consecuencias -léase despoblamiento del mundo rural- lo han arrinconado. Así que no, la Xunta no se inventa nada cuando convoca los primeros premios para voluntarios, entidades y acciones de ese estilo en general. Lo que hace es intentar reconocer una tradición, recuperarla, y eso tiene más mérito que poner en el DOG una idea que se le ha ocurrido a alguien.

Porque ¿cómo se hacía la siega? ¿Cómo se hacía y hace la matanza? Ahí los grupos humanos -familia, vecinos, amigos- funcionan coordinadamente. Y eso vale especialmente para Santiago, para Padrón, para Arzúa… para todos aquellos lugares por donde pasa el Camino de Santiago. Un itinerario otrora lleno de pícaros pero siempre saturado de solidaridad y voluntariado, empezando por los templarios, que por estos pagos anduvieron orientando y protegiendo a los peregrinos.

Aquellos voluntarios no son estos voluntarios. La propia Xunta, en la convocatoria de esos premios, dice que el jurado pondrá énfasis en quienes estén echando una mano en la lucha contra el covid. Y una anécdota: tres alumnos del colegio británico St. John’s, con el que Oroso mantiene contacto permanente, han visto cómo sus notas finales en la reválida (sí, por suerte la tienen, aunque con otro nombre) se incrementaban porque habían participado de manera organizada en acciones voluntarias contra el covid.

Valorar el esfuerzo gratuito de los demás es lo que intentan reconocer estos premios. Lo que no está nada mal.