El emblemático comercio de la Rúa Nova cierra sus puertas tras casi cien años de vida
02 ago 2020 . Actualizado a las 02:45 h.La sastrería Pepecillo, regentada por el matrimonio de Soledad Lavandeira e Ismael López, cierra sus puertas tras casi cien años de actividad. Desde que abriera en la Rúa de San Pedro y posteriormente se trasladase a la Rúa Nova, el mundo de la costura ha cambiado por completo. Sus dueños reconocen que necesitaban un descanso tras tantos años de trabajo y que llevan desde el 2018 sopesando el cierre del establecimiento. El sastre comenta que lleva desde los doce años trabajando en el negocio familiar, que su padre abrió en 1923.
Casi un siglo de vida ha dado lugar a multitud de anécdotas, entre las que destaca el pedido desde América de tres capas españolas y el temor a que estas no llegaran a su destino. Entre los encargos más relevantes están los trajes para los recién nombrados catedráticos y tenientes. Soledad recuerda a uno de sus clientes más conocidos, el expresidente de la Xunta, Manuel Fraga, quien era muy meticuloso con los tejidos y el corte de las prendas. Ismael López evoca con nostalgia los tiempos en los que Santiago tenía más de veinte sastrerías. En la época de fiestas tenían que hacer 17 trajes a la semana.
Soledad lamenta la pérdida de interés por la costura entre los jóvenes que estudian estilismo: «Ahora no quieren coser, cuando es lo primero que se debe aprender para poder diseñar». Su marido recalca el valor de la costura y el trabajo manual.
La dueña de la sastrería Pepecillo cuestiona el poco valor que se le da a la costura. «La gente piensa que un traje se hace en un abrir y cerrar de ojos», advierte. Soledad constata que los gustos de los clientes han variado y que la gente antepone ahora la comodidad a la elegancia. A pesar de lo tedioso de este oficio y lo que ha cambiado, el matrimonio reconoce la belleza que hay en la costura y lamenta que haya perdido popularidad.
El cierre de Pepecillo es una nueva pérdida entre los establecimientos históricos de Compostela, después de que a principios de junio trascendiese que el café Derby no volvería a abrir sus puertas tras el estado de alarma.