Coronavirus

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor ENTRE LÍNEAS

SANTIAGO

26 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El mayor error del ser humano moderno es que ha llegado a pensar que es indestructible. Se sorprende de la muerte como si fuese algo ajeno a la existencia. Ve la enfermedad como una maldición o una adversidad, como algo que se puede evitar o hasta erradicar. Los humanos modernos somos prepotentes y estamos carentes de la más mínima humildad. Hemos pisado la Luna, hemos explorado el Cosmos, hemos curado cientos de males y creemos haber dominado la naturaleza a nuestro antojo. Nuestros ojos estúpidos miran para otro lado cada vez que el maravilloso planeta que han puesto en nuestras manos y estamos malogrando nos hace señales pidiendo una tregua. Y en esto llega el coronavirus, que es el virus de moda este año. Otros fue la gripe A, la gripe aviar o el SARS. Todos ellos fueron más ruido que nueces y puede que nos vuelva a pasar que estemos exagerando la amenaza, pero debo de reconocer que hay algo poético en este terror colectivo con el que los seres humanos parecemos haber recordado de repente lo fútiles que somos. Algo insignificante y microscópico puede hacer que en China se construya un hospital en diez días, que se dejen anclados cruceros o a mil turistas encerrados en un hotel porque se han detectado algunos positivos del bichito. No voy de valiente, a mí también han conseguido asustarme un poco. Pero no puedo evitar observar con satisfacción cómo nuestra estúpida especie recuerda de golpe cuál es la esencia de la vida, que es saber que eres diminuto, que vivir es solo una posibilidad cada día y que no se puede huir de la enfermedad y la muerte. El coronavirus es una amenaza, pero nos ha devuelto algo de humildad.