Paula González: «Los insultos me dan igual»

SANTIAGO

SANDRA ALONSO

No tiene nada de nini, prepara oposiciones a policía local, trabaja, arbitra y oye de todo, pero no se deja influir

13 nov 2019 . Actualizado a las 08:20 h.

Estira los días y los fines de semana. Por los apellidos, González Pombo, está lejos de clásicos como Mayoral Cedenilla, Ceballos Borrego o Undiano Mallenco. Sabe que, por razón de edad, tampoco le queda un gran recorrido. Pero encontró en el silbato y las tarjetas una manera de seguir disfrutando del fútbol.

-¿Cómo llega al arbitraje?

-De rebote. Desde los ocho años jugué al fútbol sala y desde los 18 al fútbol once. Al dejarlo, y consultando la web de la federación para hacer el curso de entrenador, vi un enlace para probar en el arbitraje. Me animé y aquí estoy. Me gusta. Esta es mi segunda temporada.

-¿En qué categorías pita?

-Como asistente, hasta Tercera División. Como árbitro, hasta Segunda Autonómica.

-¿Cómo disfruta más?

-Arbitrando. Como asistente, cuando te toca el lado de la grada se oyen demasiadas cosas.

-¿Muchas barbaridades?

-Algunas. Yo llevo poco tiempo, algo más de un año. Por lo que me cuentan, se va mejorando. Ya me llegaban como jugadora.

-¿Alguna reproducible?

-Las clásicas de esto no es para mujeres, vete a fregar, vete a la cocina... Cosas así. Muchas veces son las madres de los niños las que te lo dicen. Son más irrespetuosas. Y cuanto más baja es la categoría, peor. He escuchado tanto que ya hago oídos sordos y no me afecta. Pero sé de compañeras que han llegado a llorar. Los insultos me dan igual.

-Los padres en los campos...

-Una vez, en un partido de benjamines o alevines en As Cancelas, un niño mandó callar a su padre y le pidió que le dejase jugar.

-También habrá momentos buenos.

-Que te feliciten por el partido y poco más. En alguna ocasión, de camino al coche después de arbitrar, me han felicitado. Me comentan aquello de que cuando lo hacéis bien también hay que decirlo. Se agradece.

-¿Alguna vez ha pasado miedo?

-No, por ahora no..

-¿Y ha tenido que llamar a las fuerzas del orden?

-Tampoco. Pero algún compañero sí. Hace poco uno tuvo que encerrarse en el vestuario de Milladoiro.

-¿No dan ganas de dejarlo todo cuándo eso sucede?

-Nunca me ha pasado.

-¿Compensa económicamente?

-Diría que a partir de Tercera División. Ahora, entre el arbitraje y el trabajo durante unas horas como camarera me voy sacando un sueldo.

-Aunque ahora ya no siempre visten de negro, se puede hacer cierto paralelismo con las crisis vocacionales de los curas, que tienen que atender varias parroquias. ¿Cuántos partidos puede pitar un fin de semana?

-Contando fútbol ocho, que duran menos los partidos, puedo llegar a seis o siete. Pero lo normal son tres o cuatro. A veces también arbitro alguno entre semana.

-Los fines de semana los tiene hipotecados.

-Absolutamente. No tienes vida. Vas de un campo a otro. Y si un fin de semana no puedes arbitrar, lo tienes que programar y avisar con antelación.

-En su caso se puede decir que ha sido cocinera antes que fraile, por partida doble.

-Creo que haber sido futbolista es una ventaja. Yo también era de las que protestaban. Y estudié cocina en Lamas de Abade.

-¿También le da al atletismo?

-Me gusta participar en carreras, sobre todo benéficas.

-Incluso en las extremas

-Fue una experiencia nueva, de superación. Así es el deporte. Y me gustaría repetir.

-¿Un deseo en el arbitraje?

-Me encantaría ir de asistente a un partido de Primera Femenina.