Abogados

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor ENTRE LÍNEAS

SANTIAGO

28 jun 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

D e no haber sido periodista, habría sido abogado. Esas fueron las únicas opciones que marqué cuando formalicé mi solicitud de ingreso a la universidad. Finalmente, me dio la nota para mi primera opción, que era este noble oficio de contar historias y de buscar incansablemente la verdad, pero tampoco me habría importado ser letrado. O picapleitos. Mi padre, cuando me enrocaba en discusiones bizantinas y me negaba a dar mi brazo a torcer, siempre me decía que era un abogado de pleitos pobres. Y a mí eso me gustaba, porque implicaba defender al débil pese a que con ello no se fuese a ganar mucho, económicamente hablando. Buena parte de los abogados que conozco, y son muchos, tienen esa virtud de saber que su función en la sociedad es importante, vital, para lograr que todos seamos iguales ante la ley y en derechos. Puedas o no puedas pagar grandes minutas. Por eso existe el turno de oficio, o los convenios para defensa jurídica gratuita de las víctimas de la violencia machista. El Colegio de Abogados de Santiago se ha destacado en esa visión de responsabilidad social de su profesión. Apoyando a los más débiles y también defendiendo con fuerza todas las reivindicaciones de la ciudad. Ya fuesen de su ámbito, el de los juzgados, o de otra índole. Lo hacen ahora y lo hicieron desde que hace 175 años se creó la institución. Así aparece en sus actas fundacionales. El Colegio celebra el aniversario, sí, pero hay que felicitarse por mucho más que esos 175 años. También por haberse ganado el respeto en este tiempo de todo Santiago. Estoy seguro que dentro de un siglo, estas palabras seguirán teniendo vigencia.