Tannhäuser

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor ENTRE LÍNEAS

SANTIAGO

02 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

No he visto cosas que vosotros jamás creerías. No he atacado naves en llamas más allá de Orión. Ni he visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Ninguno de esos momentos no vividos se perderá en el tiempo como lágrimas en la lluvia, porque no es hora de morir. Aún no, espero. Así que aún me queda la esperanza de ver con mis propios ojos algo parecido a la más sobrecogedora de las escenas de Blade Runner (Ridley Scott, 1982). Aquella futurista película situaba su escena en el 2019. Se suponía que en este año que acabamos de estrenar habría coches volantes, colonias exteriores a la Tierra y humanos artificiales como los Nexus 6 a los que el poli de replicantes Rick Deckard debe capturar porque se niegan a morir en la fecha prevista. Nada de eso tenemos. Y casi mejor. Pero imagino que en los 80, cuando llevaban su mente al 2019, les parecía tan lejano como a mí cuando vi la película. Aún conservo fresco el recuerdo de los pensamientos que me afloraron. Quedaba más de una década para entrar en este siglo XXI al que ya no le sienta bien el calificativo de nuevo. Me preguntaba cómo sería yo entonces, cómo sería ahora. No sé si el resultado es bueno o malo, eso que lo juzguen otros, pero el viaje ha merecido la pena. Lo sigue haciendo. El futuro que se ha hecho presente se parece bastante más al pasado que a las mágicas escenas de Blade Runner. Y, sin embargo, todo ha cambiado ya sin remedio. Siento que algunas de las maravillas y de las atrocidades de esa gran historia están ya sembradas entre nosotros. Quizá yo no vea jamás la Puerta de Tannhäuser, pero es probable que sí nuestros hijos. Da miedo.