Sin sobresaltos. En las cuentas de la Xunta para el año que viene está todo lo que debe para avanzar en las principales obras en marcha de gestión autonómica. Ni una más, ni tampoco ninguna menos. Lo cierto es que la celebración, en junio próximo, de las elecciones municipales no ha deparado ninguna sorpresa inversora. Los ganchos son los ya conocidos. Puede discutirse la ralentización de algún proyecto en el que se calcan partidas con la misma dotación presupuestada en los Orzamentos de este 2018, pero poco más.
Metidos en materia, el proyecto contable prioriza las infraestructuras que ya están en ejecución, con una apuesta lógica por las obras de la nueva estación de autobuses y de la pasarela peatonal, en la parte que toca a la Xunta. Porque la intermodal es la obra pública que se ha concebido como principal escaparate de la ciudad para ese año de referencia sobre el que pivota cualquier estrategia relacionada con Santiago, el 2021. Por eso la intermodal compostelana lleva una ventaja a los proyectos de las otras ciudades que se traduce en su mayor asignación en las cuentas del 2019. Compostela tendrá su nueva estación antes que Vigo, Ourense o A Coruña, pero será una infraestructura notablemente más modesta. Esto no implica una posición intrínsecamente negativa para la ciudad, aunque, por supuesto, se presta a un debate amplio que también brinda munición argumental para la crítica.
La impresión de quien esto escribe es que Santiago empezó a perder el tren cuando renunció a pelear por un enlace con el aeropuerto. Fue una batalla que esta ciudad nunca llegó a dar en serio, y eso es lo más incomprensible.