Desnudos

Cristóbal Ramírez

SANTIAGO

18 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La semana pasada, una pareja tuvo a bien desnudarse por completo en el Museo del Prado. Bueno, el Sol no va a dejar de salir por eso, tampoco han matado a nadie, es una anécdota menor que si la publicamos los periódicos serios es simplemente por el lugar que ha elegido para la aventura y porque, además, ha sabido adornarla con palabrería vacua tan de moda del tipo «el lado femenino de los hombres» o no sé qué cuestiones «de género». Acciones de ese estilo han existido en los últimos decenios. En los países desarrollados, claro, en los otros se resuelve la cosa de una manera radical y en muchos ya estarían los familiares llevando flores a sus tumbas.

Y así, ha habido desnudos colectivos para reivindicar algo, para hacer una foto original o para aparecer en el Guinness. También los ha habido individuales: el aventurero (mucho inglés algo cargado de cervezas) que apostaba a que en medio de un partido y ante 40.000 espectadores era capaz de cruzar en cueros el campo de fútbol. Y no hay que olvidar el streaking universitario, el desnudarse y correr por los campus.

Así que no dramaticemos. E incluso demos ideas a esa pareja florida. Personalmente se me ocurre una: creo que el lugar y momentos idóneos para repetir la hazaña y reivindicar el «lado femenino de los hombres» y todo lo que haya que reivindicar en asuntos «de género» es la boda del hermano o hermana de cualquiera de estos dos héroes por un día, con doscientos invitados delante. Seguro que será una boda inolvidable para los contrayentes y sus padres. Mientras no lo hagan, su acción provocadora en el Prado es ni más ni menos que una inocente gamberrada como cualquier otra. Eso sí, de dudoso buen gusto.