Historia cromática de la gloria compostelana

Susana Luaña Louzao
susana luaña SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

El monumento culmen del románico se presentará en sociedad a finales del mes de julio

19 feb 2019 . Actualizado a las 16:13 h.

La magnífica obra que el maestro Mateo tardó veinte años en esculpir necesitó ahora diez para ser restaurada y presentarse en público con los colores originales que se perdieron a lo largo de ocho siglos. La inauguración oficial será el lunes, 2 de julio, presidida por la reina Sofía. Pero compostelanos, peregrinos y turistas deberán esperar un poco más para admirarla, porque si bien la fecha de apertura a la sociedad todavía no está cerrada, el director de la Fundación Catedral, Daniel Lorenzo, avanzó ayer que habrá que esperar a que finalicen las obras de la fachada para abrir todo el conjunto a la ciudadanía. Tampoco se aclaró, de momento, cómo se regularán las visitas, pero el arzobispo Barrio ya dejó entrever que no será como antaño, cuando el Pórtico de la Gloria era un lugar de paso para entrar y salir de la Catedral.

Las posibles restricciones están más que justificadas. El paso de millones de personas -como explicó el presidente de la Fundación Barrié, José María Arias- provocaron condensaciones que incrementaron la presencia del salitre que dañó los pigmentos. Junto con la radiación solar, el clima de Santiago y las filtraciones de agua provocaron el deterioro de un monumento que estaba en estado crítico, tal y como reconocieron los expertos. Por eso, en la presentación del proyecto, monseñor Barrio avanzó: «Hemos de concienciarnos que, a partir de ahora, disfrutar de esta magnífica joya exigirá controles constantes». El objetivo, «preservar la memoria» y evitar lo que ya decían las crónicas de los viajeros del siglo XIX, que hablaban «de la situación lamentable en que estaba el pórtico», tal y como recordó el presidente de la Fundación Catedral, Daniel Lorenzo. Entonces, los restos de color ya se caían al suelo.

Tres fases históricas

El meticuloso trabajo de restauración recuperó la gama cromática del monumento para las generaciones futuras y rejuveneció un conjunto escultórico que se fue llenando de tonalidades a través de tres momentos históricos, como explicó la coordinadora del proyecto, Ana Laborde. Las primeras policromías fueron decoraciones medievales de las que destacan los azules lapislázuli y las encarnaciones de los rostros; las segundas pinturas se añadieron en el siglo XVI, coincidiendo con las primeras modificaciones de la fachada del templo, y de esa época destaca la decoración de mantos y túnicas con brocados aplicados, una técnica de origen flamenco. Ya en el XVII se añadieron láminas de oro y otras tonalidades que aportaron un carácter barroquizante al pórtico, como figura en el único documento conservado sobre las policromías del conjunto escultórico, un escrito de 1651 que detallaba cómo Crispín de Evelino pintó rostros, manos y pies de las figuras. Su trabajo, y el de los demás artistas que a lo largo de la historia decoraron la piedra, se recupera ahora para la posteridad.

Del deterioro del conjunto ahora recuperado ya daban fe las crónicas del XIX

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