Debemos

Emma Araújo A CONTRALUZ

SANTIAGO

01 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Mientras escribo esta columna, la plataforma de vecinos de Teo constituida para oponerse a la ubicación en Casalonga de una planta de reciclaje de residuos cuyo calificativo más suaves sería el de malolientes está reunida para ver qué medidas pueden tomar para combatir este proyecto.

Cada vez que surge una iniciativa de este tipo es habitual que cale el argumento de que instalaciones de estas características son necesarias porque la basura que generamos entre todos tendrá que ir a alguna parte. Ya puestos, en este país que se desangra demográficamente, si algo sobra es suelo abandonado en el que instalar un estercolero de lodos y putrefacciones.

El problema está en que cuando esa parte está a un tiro de piedra de tu casa, la opinión cambia tan rápido como cuando se abre el debate del morbo de las noticias de sucesos, que solemos devorar como si no hubiese un mañana, a no ser que la víctima o el responsable también ronde nuestro entorno.

Pero el problema con este tipo de residuos no es solo dónde tratarlos, sino también cómo es que somos capaces de generar tanta porcallada. No me vale el argumento de que la basura es algo consustancial al desarrollo económico, porque si algo hay en los países que están a la cola de todo son ingentes cantidades de desechos y plástico, porque si la mera subsistencia ocupa todos tus días, una bolsa de basura hasta vale como cimentación para la chabola.

Hace años cuajó aquella campaña para reducir el gasto de luz. Decía que, aunque tu puedes pagarla, España no. Con los residuos deberíamos ir más allá del podemos reducirlos. Debemos.