Hay esperanza

Emma Araújo A CONTRALUZ

SANTIAGO

04 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La principal teoría periodística establece que las noticias que lo son de verdad nunca pueden ser buenas, pero toda frase tajante tiene su correspondiente excepción. Y mientras muchas personas seguimos sin acostumbrarnos a convivir con historias de acoso escolar, violencia de género, violaciones y sentencias que nos revuelven el alma, la realidad nos compensa con pequeños atisbos de esperanza.

Recuerdo de mi etapa de estudiante universitaria la frase de una compañera de clase, y que ahora lo es de oficio, que la esperanza no es lo último que se pierde, sino el primer paso hacia el desengaño.

No seré yo quien niegue que en muchas ocasiones esta reflexión es tan cierta como la primera frase de este artículo. Pero toda sentencia tiene su contrapunto. Y mientras nos escandalizamos de lo que puede hacer una mocosa acosando a su compañera de clase, vídeo incluido, la realidad nos devuelve historias como el del grupo de estudiantes del IES de Cacheiras, todas mujeres, que están Máis boas cas patacas, nos demuestran en verso y en prosa que no están dispuestas a aguantar estupideces de desigualdad de género, discriminación y desprecios por un simple cromosoma.

Y más allá de la lucha de género, que a mi me parece que es una batalla que ganaremos justo el día en que el efecto invernadero nos mande a todos al otro barrio, el hecho de que en el mismo centro haya menores que hablan de revolución, utopía y sueños humanísticos nos devuelve un poco de esperanza para el futuro.

La misma que el próximo lunes nos mostrarán los también jóvenes, en este caso del IES Maruxa Mallo, deseosos de conquistar el espacio.