Ni siquiera ante retos mayúsculos son capaces de ir todos a una. Ya lo dijo Bernardino Rama, que de esto sabe mucho: «As primarias non unen, sangran». Y el PSOE compostelano ha sangrado muchísimo, con y sin primarias. Con primarias más, porque en vez de fortalecerse en el debate y cohesionarse después en torno al ganador, las han utilizado para ajustar cuentas y seguir guerreando. Lamentable en un partido que ha gobernado tantos años la capital de Galicia; eso sí, la ha gobernado ninguneando a su escasísima militancia. Pocos, mal avenidos y con tantas urgencias que han tenido que sellar un acuerdo de mínimos en el que incluso ahora hay disidentes. Es tal la debilidad del PSOE compostelano y tan vasto el terreno quemado que no le queda otra que «renovar» apelando a las viejas glorias. ¿No lo es Pepe Bugallo? ¿No lo son otros nombres que, pese a oler a pinchazo electoral, suenan junto al del exalcalde? Es la consecuencia del erial que, ya desde Estévez, a nadie le interesó sembrar. Bugallo. No les queda otra si el socialismo de taifas de Gonzalo Caballero le quiere dar algún valor de dimensión gallega a la recuperación electoral en la capital. Nunca dejaron volar a un mirlo blanco y ahora ni lo hay ni es el momento. ¿Acaso Martiño Noriega teme a otro rival político en Santiago? Claro que no. Solo Bugallo puede devolverle al PSOE parte de los votos que dieron a CA el mando en Raxoi y, de paso, pescar en el caladero de Hernández. Desde el centroizquierda, solo Bugallo puede disputarle a Noriega la alcaldía y, de rebote, desactivar la carrera del nacionalista por el liderazgo de la Marea en Galicia [las municipales serán unas primarias para él y para Ferreiro]. Solo Bugallo.