Cenas clandestinas

Xurxo Melchor
Xurxo Melchor ENTRE LÍNEAS

SANTIAGO

02 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El último grito en ocio son, parece ser, las cenas clandestinas. Te apuntas, pagas 45 euros y te dan una fecha, una hora y un punto de encuentro. Nada más. Desde allí, los organizadores trasladan a los participantes al lugar en el que cenarán, que es tan sorpresa como el menú. Confieso que el concepto me va mucho. A mi manera, llevo años haciendo comidas y cenas con un punto parecido. A mí me da pereza mirar las cartas de los restaurantes. Lo confieso. Y eso me ha llevado a hacer cosas raras para garantizarme no tener que decidir y un toque de sorpresa parecido al de las ahora de moda cenas clandestinas. No es infrecuente que, sentado ya a la mesa, en cuanto que viene el camarero a tomar nota, que es siempre antes de que el personal haya decidido, yo salte con un tomaré lo mismo que él o ella señalando a uno de los miembros del grupo. Así, al azar y antes de que el escogido ni tan siquiera mencione sus preferencias. Este proceder no suele gustar, porque introduce un plus de responsabilidad en el seleccionado que no todo el mundo soporta. Otras veces, cuando el camarero me pregunta, le digo que me traiga lo que él comería. Y debo decir que si el restaurante es bueno, jamás ponen pegas. Eso sí, la billetera hay que prepararla, porque lo normal es que acaben trayendo camarones, ostras, centollas y arroces con bogavante. Con estos antecedentes, sospecho que soy un candidato ideal para apuntarme a una de esas cenas clandestinas en las que los comensales también son una sorpresa. Seré buena compañía siempre que no me critiquen al Atleti ni me hablen de política.