«Espero que este ano se porten»

Tamara Montero
tamara montero SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

PACO RODRÍGUEZ

Más de dos mil alumnos estrenaron en la ciudad la ABAU, una prueba de acceso a la universidad prácticamente igual a la selectividad precedida por la polémica

08 jun 2017 . Actualizado a las 23:07 h.

Bernardo, sentado en las escaleras de Matemáticas, mira al frente. La suya es el aula 3. Espera a que Xosé Antón Dobarro, lista en mano, grite su nombre como ha ido gritando desde las 9 de la mañana el de otros muchos. «¡Alborés!», vocifera desde la puerta el profesor. Y ese Alborés se multiplica en las voces de las decenas de estudiantes que se agolpan a las puertas de una jornada única. Su examen de acceso a la universidad. Y Alborés, y después Beiroa, y más tarde Díaz, se acercan, carné de identidad en ristre, para recoger los códigos de barras por los que sentirán más apego en toda su vida. No son los primeros. Otros muchos se han aferrado otros años a esos adhesivos. Pero son pioneros. Los que estrenan una prueba de acceso a la universidad que ha cambiado de nombre, pero no de contenidos ni de estructura.

Bernardo está cansado. Ha dormido mal. Ayer estudió hasta las diez, vio un poco la televisión y se fue a la cama. Se ha levantado a las siete de la mañana y ha cogido un autobús hasta Santiago con otros 50 compañeros del IES Virxe do Mar de Noia. «Estoy un poco preocupado», reconoce. Sus planes son entrar en la Escuela de Oficiales del Ejército de Marín, «pero piden una nota muy alta y si no entro ahí no sé muy bien...». Tiene un 9,25 de media de bachillerato. Y se le dibuja una sonrisa tímida al escuchar que no va a tener problema. Que está sobradamente preparado. Aun así, los nervios le impiden relajarse. «No lo veo claro».

En el Virxe do Mar no había porra pero en el IES número 1 de Ribeira la había, vaya si la había: Historia, Segunda República. Literatura española, generación del 98, modernismo o hispanoamericana. Acertaron. Por lo menos la literatura castellana. Una de las opciones era el modernismo.

La suerte en eso de las cábalas también tocó a los alumnos del IES Pontepedriña, convencidos de que había que apostar por el franquismo. No por nada, por cuestión de estadística. Lo explica una de las profesoras que acompañará a los alumnos durante estos tres días. Horas muertas en los pasillos de la Facultade de Matemáticas. De vez en cuando, un café. A ratos, la visita de un compañero. Y ayer, la compañía de un buen libro de mucha paciencia. «Cren que o que máis se repite nos últimos anos son temas relacionados co franquismo». Premio. Una de las opciones era la oposición a la dictadura y su evolución. La otra, la crisis de la Restauración borbónica.

Lo cuenta en medio de un silencio casi sepulcral, cuando el primer examen ya ha consumido su primera hora. A las 10 en punto, se desprecintó la caja. Allí estaban. Los primeros exámenes de la primera prueba de Avaliación do Bacharelato para o Acceso á Universidade. Pasaron de mano en mano. «Lede ben as opcións». Fue uno de los consejos que el profesor Dobarro. Una, sobre la xenofobia y la crisis de los refugiados. La otra, sobre feminismo y los Goya. «Tede coidado cos códigos de barras». Porque se pierden. Porque se mezclan. Porque se traspapelan. Este año también, los nervios. A alguno, ya hubo que darle unas pegatinas nuevas. «Non se pode ter ningún dispositivo electrónico a man. Xa non digo usalo. A man». Se apagan los móviles. Ruge la clase. «¿Por que vos erguedes?». «Polo do dispositivos electrónicos». A la mochila. Ahora sí. Ahora la suerte está echada. «Os que non teñan exame poden marchar». Y, claro, se marchan. Entre ellos está Miguel. 21 años. Venezolano. Quiere estudiar Física. Más bien seguir estudiando Física. Así que le toca mañana. «Solo me tengo que examinar de las específicas»: Física y Matemáticas. Más de cuatro horas diarias hincando los codos. Viene a por las etiquetas y después, a casa. ¿Estresado? «No, bueno, me generó en su momento, cuando tenía la edad de ellos, en las pruebas de acceso la universidad de allá», que son muy diferentes. Para empezar, hay una por cada institución universitaria.

«Espero que se porten este ano, despois do que fixeron...» Lo que hicieron, mantener la incógnita hasta marzo sobre cómo sería exactamente la prueba, llevó a algunos profesores de Historia a comenzar a dar clase por el principio de los tiempos: la Prehistoria, para, en los últimos meses, dar una voltereta espacio-temporal y apurar materia. ¿Y el año que viene? Pues todavía no está claro, dicen los profesores. Son las 11.30. Se abren las puertas. La mayoría salen con una sonrisa. Ha sido fácil. Y la tensión se libera.

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