Hace falta que el Rey se dé una vuelta por aquí, y la dará

Xosé manuel cambeiro LA VOZ / SANTIAGO

SANTIAGO

Ha vuelto julio, el enorme Ángel Carracedo pregonó el ADN de las fiestas del Apóstol

17 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha vuelto julio, el enorme Ángel Carracedo pregonó el ADN de las fiestas del Apóstol (pronto identificará al propio Apóstol) y en una semana arribará el día grande. Sí, ese que dio inicio al rastro polémico del mandato de Martiño. Derramó tinta entonces el anuncio de Compostela Aberta de que no camparía a la sombra de los púlpitos porque así figuraba en su programa electoral.

Y sigue figurando, por lo que tampoco este año el gobierno compostelano traspasará el umbral catedralicio. Y si alguien jura haber visto a Noriega con la gorra muy calada y una cruz de gules merodeando cerca del Apóstol, se equivoca. El protocolo finaliza en la escalinata de la basílica. Así tampoco piensa uno en fracs o en peluqueros de 10.000 euros.

La ofrenda del 2015 fue la primera llamarada de la opinión pública y el inicio de una estela de controversia que pervive en múltiples facetas del periplo martiñano, hasta enlazar de nuevo con el eslabón del 25-J. Curiosamente, la personalidad laica de Raxoi obtuvo el guiño comprensivo de quien podría sentirse ofendido por la tradición apostólica interrumpida: la curia. Concello e Iglesias parecen tener reservado un pétreo parladoiro institucional.

Aunque el regidor no se arrime al púlpito, que buena o mala sombra le cobijaría según las siglas, existe un buen hilo conductor entre las dos instituciones. Y eso es beneficioso por muchas razones. Una de ellas es que en el horizonte empieza a fulgir el Xacobeo 2021. Y aunque parezca lejano, el orto está ahí, como se atrevió a clamar Xerardo Estévez, que lo veía con mucha antelación en su etapa de alcalde. En ese Xacobeo tienen arte y parte administraciones e instituciones, obviamente el arzobispado entre ellas. Y ese grupo motor del año santo no ha arrancado aún.

Delegado regio

El primer golpe de manivela habrá de darlo la Casa Real. Ya van allá unas cuantas lunas sin que el Real Patronato brujulee por esta ciudad. Y pasarán algunas más si la Corte no se pone de acuerdo sobre sus inquilinos. Lo dijo la Zarzuela: cuando haya un Gobierno o algo parecido, el Rey no tendrá inconveniente en convocar al Patronato.

Más de uno recuerda que Noriega le pidió al monarca que lo borrase de la nómina de oferentes. Y más de uno lo tildó de desaire. El Rey tomó nota, no en el sentido vengativo de la expresión, sino para no meter la pata y designar delegado suyo por despiste real al regidor. El jefe del Estado es muy respetuoso con las causas que mueven a las personas, incluidas las que quieren echarle el trono abajo.

Sucedió en Ferrol. Allí se plantó Felipe VI y, ladeando al resto de las autoridades, entabló un animado diálogo con el alcalde, cabeza visible de una moción contraria a la vigencia de la monarquía. Santiago Villanueva miraba contrito. Felipe VI ostenta una marcada personalidad, no apta para mangoneos fáciles. Ya durante su principado, el programa de una estancia oficial en Galicia recogía la visita a un municipio ourensano. Las autoridades le propusieron dos o tres concejos populares. Felipe los tachó y en su lugar puso Allariz. El del republicano Anxo Quintana. A su lado aún no estaba Letizia.

El Rey, en su papel, revela una tendencia conciliadora e integradora con todos los que tienen votos detrás, «populistas» y «extremistas», a quienes suele desahuciar la política oficial. ¿Desaire del no oferente? Que cada cual juzgue, pero el Patronato tiene un hueco seguro en la agenda real. Y encajará en la del presidente entrante solo con que este tenga un mejor calzador que el de Zapatero. En esa reunión regia, con el Plan Especial abriendo su abanico, deben caber actuaciones para la ciudad histórica que no pueden eternizarse en los expedientes de Raxoi. Y debe caber un programa que ponga a Santiago en el 2021 en el mapa universal. Y lo ponga guapo.

Lo cierto es que faltan cuatro años y eso, en camino hacia un evento tan trascendente, es un trecho corto. Tampoco es cuestión de concederle una década al diseño del boceto jacobeo, como hacía Estévez, previsor empedernido y acertador nato a esa distancia. Ya no queda ese tiempo, pero hay que ir enharinándose ya en el acontecimiento del 2021.