La impotencia y los «tórridos romances»

Ignacio Carballo González
Ignacio Carballo LA SEMANA POR DELANTE

SANTIAGO

01 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Pasados cinco meses desde la cita con las urnas, la cantinela de «no vamos a pedir perdón por haber ganado las elecciones» suena a impotente aviso a navegantes y, lo que es peor, a muy escasa predisposición al diálogo, que a fin de cuentas es el pilar central del buen gobierno y de la búsqueda del consenso. Y esto que debería ser la hoja de ruta de cualquier gobernante, tenga o no la mayoría para llevar adelante su programa, es obligado cuando su respaldo es el de uno de cada tres ciudadanos.

Las actitudes de Martiño Noriega al frente del Concello de Santiago son más propias de quien, con la sola creencia de estar en posesión de la verdad, se siente legitimado para ejercer un poder absoluto. Se demuestra de forma palmaria, como era previsible, con el primer gran asunto de la gestión municipal tras la cita electoral: las ordenanzas fiscales. Por ser de altísima sensibilidad para todos y cada uno de los ciudadanos, este oneroso paquete tributario tenía que estar a estas alturas debatido en todos sus extremos con los tres grupos de la oposición, más todavía cuando la propuesta de Compostela Aberta pide a gritos una modulación, un reequilibrio para que la supuesta necesidad de aire financiero del Concello no asfixie a los sufridos ciudadanos ni a las actividades empresariales cuando más necesitan el apoyo de todas las Administraciones para impulsar la creación de empleo y la superación de la crisis. ¿Es que se equivocan el PP, el PSOE y el BNG al rechazar de plano el plan alcista de Noriega? Lo demagógico es parapetarse tras las acusaciones de «pinzas» y «tórridos romances» contra quienes dicen no, en este caso Agustín Hernández y Paco Reyes -el socialista es el centro de las dianas porque es la única opción salvadora para Noriega-, e incluso en el manejo de este argumentario simplón Compostela Aberta no mejora en absoluto aquellas formas de gobierno que, dijo, iba a transformar porque era lo que estaban reclamando los ciudadanos. Este miércoles, el gobierno local tendrá probablemente la última opción para rectificar y pactar una propuesta aceptable no solo para la «unidade popular», sino para todos los vecinos de Santiago.

Nadie en la capital de Galicia le ha pedido ni le va a pedir, señor alcalde, que solicite el perdón por haber ganado las elecciones; lo que le van a exigir los compostelanos es que gobierne, y gobernar es eso: dialogar en busca de consensos, como durante muchos años se ha hecho aquí con notables resultados. Lo demás es arrogancia en la palabra e impotencia en los hechos.