«Hawking aconsejó a su asistente venir a Santiago de luna de miel»

Elisa Álvarez González
Elisa Álvarez SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

Edelstein, en O Dezaséis, un restaurante del que destaca «la onda que tienen».
Edelstein, en O Dezaséis, un restaurante del que destaca «la onda que tienen». Álvaro Ballesteros< / span>

Edelstein llegó a Compostela desde su Argentina natal y lleva casi veinte años en la ciudad

15 jun 2015 . Actualizado a las 08:17 h.

José Edelstein (Buenos Aires, 1968) es un físico teórico por cuyas venas corre el afán divulgador. Lo hizo colaborando en el programa ConCiencia que dirige Jorge Mira y con el libro que escribió junto a Andrés Gomberoff, Antimateria, magia y poesía. Pero nada hacía presagiar que se afincaría en Santiago. Su primera emigración fue a los 7 años desde Argentina a Venezuela, muy poco antes de la dictadura del 76. «Recuerdo que la estancia en Venezuela siempre era provisoria, dos años y ya veremos». Era lo que quería José, regresar, porque en su cabeza Argentina era el paraíso de la infancia, y Venezuela la causa de los problemas de la adolescencia. Todo cambió cuando al finalizar la secundaria hizo un viaje iniciático por Europa con dos amigos, «creía haber vivido experiencias que invirtieron la ecuación. Pasé de sentirme apocado con los demás a sentir que había vivido cosas que los otros no vivieron».

Pero aunque empezó ingeniería electrónica en Venezuela, cuando a los 17 años su familia regresó a su país natal decidió volver. Se mantuvo en la misma carrera pero en tercero vio claramente cuál iba a ser su ejercicio profesional «y para mí era un horario, traje y un jefe, una pesadilla solo pensarlo. Entré en una crisis importante porque sabía que no quería pasar ni un minuto más allí». Y aparecieron entonces por su cabeza las pruebas de acceso al Instituto Balseiro de Bariloche, «un centro muy famoso fundado por un gallego hace 60 años». Ahí comenzó su carrera como físico, y ahí empezó también su vocación investigadora, «ves que la opción más hermosa es la investigación, porque, aunque parezca increíble, uno puede contribuir con un granito de arena al progreso de la física», explica. Realizó el trabajo fin de licenciatura en el Instituto de Física de La Plata y en el momento en el que llegó el momento de pedir una beca posdoctoral pensó en un país con un idioma asequible, sobre todo pensando en el ejercicio profesional de su mujer, psicóloga.

Fue así como llegó a Santiago, una ciudad que ni colocaba en el mapa. Llegó con 29 años y un bebé. Compostela fue como «volver a un lugar a la escala del hombre», después de haber pasado por La Plata, Caracas o Buenos Aires. Profesor del departamento de Física de Partículas, colaboró en alguna ocasión con Jorge Mira en el programa ConCiencia, y por eso, cuando surgió el primer premio Fonseca, propuso a Stephen Hawking. «Jorge me dijo "pero es imposible" y yo le dije ¿por qué?, acabo de estar con él en Chile y no es una propuesta indecente». Y Hawking dijo que sí y vino a Santiago. Fue una experiencia agotadora para el científico, pero muy satisfactoria para él y para todo su equipo, «mira cómo habrá sido, que su actual asistente técnico le preguntó a dónde le recomendaba irse de luna de miel y Hawking le aconsejó Santiago. Y vino», cuenta Edelstein.

A este físico le duele la cancelación hace unos años del premio Fonseca, que reconocía el trabajo de divulgación de los científicos, dentro del programa ConCiencia. «Era una referencia en el mundo. Ver a los cuatro primeros premiados es increíble. Son probablemente los cuatro números 1 del mundo en divulgación científica: Hawking, James Lovelock, David Attenborough y Roger Penrose», se lamenta.