Así nos gastábamos los cuartos en 1933

Nacho Mirás Fole

SANTIAGO

La vida comercial de la ciudad a través de un programa de las fiestas del Apóstol de los años 30

22 abr 2013 . Actualizado a las 13:56 h.

E stamos en 1933, mes de julio. Santiago está muy lejos todavía de ser la capital política de Galicia, aunque mantiene intacta, en plena República, su capitalidad espiritual. «Grandes fiestas en honor del Apóstol», dice el librito que se reparte por los principales establecimientos de la ciudad y que hoy, ochenta años después, es un valioso documento para saber cómo éramos, cómo nos divertíamos o qué comprábamos.

Un ejemplar de aquel programa se conserva en la biblioteca del Museo do Pobo Galego. Con un diseño muy agradable, en sus 56 páginas se reparten multitud de anuncios de firmas, marcas y empresas que, en algún caso, todavía existen. Sobre un anuncio de Casa Boedo, representante exclusivo de las marcas de gramófonos y discos Scott, Voz de su Amo, Philco y Kennedy, -«diez mil discos, las mejores marcas las encontrará en esta casa»-, la publicación oficial de las fiestas saluda al lector: «Desde hace algunos meses venimos publicando, con muy buena acogida del público, y particularmente del comercio e industrias, una guía de espectáculos en donde damos a conocer, enalteciéndolos, los progresos de Compostela». Vaya por delante que Casa Boedo estaba en la calle San Andrés número 15 de A Coruña, pero ese es un detalle menor.

Coloniales y carbón

La misma página refiere las bondades del Vino Tostado Terriña, a ocho pesetas la botella. Y la siguiente recomienda el milagroso Blitz, que «quita el dolor de muelas en el acto».

Francisco Parga Rivas anunciaba su almacén de coloniales en la página 5 de programa: «La casa más acreditada en vinos y aguardientes del Rivero. Licores y vinos de las mejores marcas. Depósito de cerveza La Estrella de Galicia. Exclusiva para la venta de sidra El Astur a granel y en jaulas de veinticuatro botellas y 48 medias. Camino Nuevo, 4 y 8, Santiago. Teléfono 1016».

Quizás alguien recuerda los grandes almacenes Vicente Suárez y Cía, que desde su sede en García Prieto número 39 -Conxo- vendía los mejores carbones para cocinas e industrias; sal para matarifes, ultramarinos y panaderías, gruesa fina y en espuma; fraguas y materiales de construcción». Y ¡Ay el Gran café Colón!, «la casa más especializada en helados. Pruébelos y se convencerá. Todos nuestros artículos son de reconocida fama».

La que todavía existe es la Papelería Compostela, en las Cinco Calles número 2, y que se anunciaba así: «Miguel González, objetos de escritorio; estuches de fantasía; material escolar. El mejor surtido en estilográficas desde una peseta hasta 175. Precios muy económicos. Pruebe y se convencerá».

Y también existe la Frutería Las Delicias, en el número 36 del Preguntoiro: la casa de los plátanos. Su propietaria, Carmen Castiñeiras de Sánchez, ofrecía importación de frutas de los mejores puntos de origen.

¿Quiere un buen refresco de bebida sin alcohol? ¡Exija aguas gaseadas de la gran fábrica de gaseosas y agua de Seltz Viuda de Manuel Espiña, concesionaria del auténtico Orange Crush, en Vidán número 4». ¿Y qué era el Orange Crush? El refresco de naranja con más tradición e historia en el mercado, creado en 1916 y que todavía goza de buena presencia en el mercado latinoamericano.

En 56 páginas de programa, se puede imaginar la cantidad de publicidad que hay. Pero no podemos dejar de fijarnos en el anuncio a página completa que contrató aquel año de 1933 don Diego Bernal Rodríguez, padre de José Luis Bernal López Farruco, y que decía así: «Ultramarinos finos en Toral, 4. La casa preferida por sus artículos. No olvide usted que nuestros cafés son estupendos. Convénzase de que, para adquirir barato, debe visitar la ferretería El Yunque, en Huérfanas 27».

El programa de las fiestas del Apóstol de 1933 arrancaba el 15 de julio a las doce del mediodía: «Previo el disparo de bombas -decía el programa- saldrá la Banda Municipal a recorrer las calles anunciando el comienzo de las mismas». Es curioso cómo, después de esta nota, se incrustaba un anuncio que decía: «Sí, pero tenga usted presente que para tomar café exprés, La Mezquita, en el Franco número 58». Honorino Méndez anunciaba sus bicis Honor, mientras que el Hotel Compostela, «el mejor de Galicia y uno de los mejores de España», ofrecía sus cien habitaciones y sesenta cuartos de baño «todo confort» desde ocho pesetas por dormitorio, pensión completa por veinte pesetas, teléfono en todas las habitaciones, desayuno a dos pesetas y almuerzo o comida a 8,50.

Y para tomar chocolates finos y de buen gusto, pida usted los de Raposo, en Casas Reais, 21. Marcas, exposición y pureza. Otro día les cuento el programa.

nacho.miras@lavoz.es

compostela vintage