A muchos padres y madres les desbordan los adolescentes, una edad en la que es más difícil intervenir, afirma
10 mar 2011 . Actualizado a las 06:00 h.A través de asociaciones de madres y padres de colegios de Santiago y municipios próximos, esta psicóloga, del Gabinete Psique, participa en escuelas de padres. Eva Gil considera que debe conciliarse más y mejor la vida laboral y familiar, pues muchas personas necesitan dedicar más tiempo a sus hijos.
-¿Qué hace una escuela de padres?
-Pretende ser un punto de encuentro para reflexionar y debatir temas de interés sobre la educación de los hijos. Mi intervención y la de otros especialistas que colaboran, de pediatría, psicopedagogía o trabajadores sociales, contribuye a dar unas herramientas para favorecer la convivencia fructífera.
-¿Qué buscan padres y madres en esos encuentros?
-Acuden personas que se encuentran bastante desorientadas sobre, por ejemplo, cuándo poner normas y límites, o cómo controlar las emociones de los hijos. El programa que ofrecemos abarca todos estos temas, y también las habilidades sociales, pues muchos menores carecen de ellas o no las tienen bien trabajadas, y son básicas para proporcionarles mayor seguridad y confianza de cara a su futuro, y además una mayor autoestima.
-¿Qué son las habilidades sociales?
-Se refieren a cómo seguir una conducta correcta y comportarse en distintas situaciones, y tener una conducta que permita afrontar un problema correctamente. En definitiva, saber qué hacer en cada momento.
-¿Y cuándo y cómo se deben poner normas a los hijos?
-Eso es lo que más preguntan los padres, y cuáles son los límites entre la permisividad y el autoritarismo. Insisto en que hay que poner normas a los hijos ya en los primeros meses de vida. Es importante que haya unas normas en todas las familias, y más importante aún que ambos padres estén de acuerdo y las respeten. Así, deben enseñarles a dormir solos, a compartir el juego con otros niños, o a comer sin tener que jugar con ellos. Cuando llegan a la preadolescencia o a la adolescencia las conductas están más instauradas y es más complicado intervenir, y eso lleva a que los padres se sientan desbordados.
-¿Cómo funciona la escuela de padres?
-Nos reunimos en los colegios con padres y madres interesados. O en nuestro gabinete de forma privada, cuando una familia prefiere abordar su problemática de forma individual.
EVA GIL OTERO PSICÓLOGA