Las cuentas ruedan cuesta abajo

Xosé M. Cambeiro SANTIAGO/LAVOZ.

SANTIAGO

La tarta autonómica queda partida por la mitad en el próximo ejercicio y la aportación al Consorcio desciende en barrena

31 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

«Como tiran para abaixo na Xunta, de seis a dous millóns». Es el comentario de un funcionario municipal ante el recorte impuesto en San Caetano a la financiación del Consorcio. El Ejecutivo gallego y el central se han liado en una carrera hacia abajo, uno de progresión geométrica y otro aritmética, para hacer del Consorcio un ovillo irreconocible.

No hace mucho la administración compostelana, una vez superado el dramático endeudamiento de la institución interadministrativa, hizo planes de buen orífice para su desarrollo en el pazo de Vaamonde. Eso ocurrió antes de que Madrid y San Caetano empezasen a hacer a su vez planes de demolición, que ciertamente llevan su tiempo. Los dos millones destinados en el 2011 para el Consorcio por la Xunta constituyen una mecha más en sus oquedades, un aviso de la relevancia que inspira en San Caetano el ente emanado del Patronato Real.

La puntilla a la Compostela institucional lo da la reducción de la partida del Estatuto da Capitalidade. Tras años reclamando Raxoi un aumento en la remuneración capitalina, porque está alejada de las necesidades reales de la ciudad, y llamándole «tacaño» al anterior conselleiro de Economía por no estirarse (el alcalde le lanzó ese apelativo un par de veces), el resultado es un bajón de la partida estatutaria. Como si Santiago viese mermadas algunas parcelas institucionales, vamos.

La Xunta, en el plano presupuestario, no ha puesto ni la mitad de la carne en el asador para atender las demandas de Compostela. Por fortuna, el proyecto del parque de A Sionlla es imparable, porque si desapareciese de las cuentas autonómicas quedaría en paños menores el plan económico de la Xunta en Compostela. Los 26 millones de ese ansiado suelo industrial son la larga manga que tapa el muñón presupuestario.

Otros proyectos llegan cumpliendo etapas en un proceso que tampoco puede detenerse y las novedades o son viejas o traen partidas insustanciales. Hay consignaciones risibles que mueven al llanto en el área social o en infraestructuras viales muy necesarias, circunvalatorias o conectivas con otros territorios. El Gaiás parece una isla del Pacífico. No hay cifras que avalen ninguna comunicación seria, por tierra o aire. La conexión desde la AP-9 se mantiene escondida, el metro ligero sigue estando guapo callado con su partida testimonial y las telecabinas parecen haberse adherido a las tesis disuasorias del Icomos español. En los tiempos del rey Recorte, a la Xunta le vienen como anillo al dedo.

Los grupos del gobierno municipal han puesto el grito en el cielo por las cuentas de la Xunta y el PP ha dado gracias al cielo por lo mismo. Alguien lleva la brújula averiada. La crisis provoca desvaríos. Santiago ha entrado a regañadientes en los presupuestos autonómicos, aunque escuchando (por ejemplo) los lamentos procedentes de Ordes, no se consuela quien no quiere. Al menos Santiago tiene altramuces en su escudilla.

Y mientras Madrid añade guarismos, la Xunta los resta, hasta la mitad de lo cuantificado en el vigente ejercicio. Uno se va a los 256 millones y el otro a los 48. El dinero central lega grandes infraestructuras que necesitan sustento. Ahí está el renovado aeropuerto. Si se van los vuelos y los millones de la terminal no acarrean millones de pasajeros, habrá un moderno edificio desangelado. Y probablemente un país.

Claro está que las enjundiosas cuantías de la capital de España las trae en su saco navideño el Ministerio de Fomento. Luego hay un grupo de partidas económica que se han limitado a reservar plaza en los presupuestos estatales para visitar todos los años la ciudad. Madrid no ha agotado ni mucho menos sus existencias y, de prosperar algunas enmiendas, Santiago podría recibir un mejor tratamiento presupuestario. A juicio del BNG, eso equivale a 47 millones.