El novelista homenajea a la Galicia de las conquistas obreras y la burguesía industrial en «El esplendor»
18 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.La historia de una amistad entre un adolescente de origen humilde y un joven heredero de una gran familia industrial gallega centra la narración de El esplendor , la cuarta novela del escritor y periodista Álvaro Otero, ganadora del premio Provincia de Guadalajara de Narrativa, que ayer fue presentada en la librería Follas Novas.
-Su novela tiene Vigo y San Petersburgo como telón de fondo ¿Por qué esas dos ciudades?
-No exactamente Vigo sino Galicia, porque los principales focos industriales en los setenta los constituía el sector naval, en Vigo y Ferrol. De todas maneras, no es una novela sobre estas ciudades sino que tiene a los movimientos obreros como telón de fondo de una historia de amistad entre dos personas. Es una obra que explora la capacidad de dos personas para mantener la lealtad y la amistad a través de los años, las ideologías y las diferencias que les llevan a procesos históricos. Quise con ello hacer un homenaje a ese momento de la historia en que Galicia abanderó las reivindicaciones obreras y a esa burguesía industrial.
-¿Y por qué ese otro espacio de la novela lo sitúa en San Petersburgo, que en ese tiempo histórico es Leningrado?
-Porque una parte de la novela está basada en unos hechos reales, puesto que unos empresarios gallegos, antes de la muerte de Franco, en los años setenta, empezaron allí los lazos comerciales con la Unión Soviética. Tenían que construir un barco para la URSS, un buque que se ancló en el puerto de San Petersburgo lleno de productos gallegos para, de este modo, trabajarse a la nomenklatura soviética, lo que se tradujo en los contratos más importantes de la historia del naval en Galicia.
-Fundiendo lo valleinclanesco con el realismo soviético, resulta que los empresarios gallegos fueron los primeros en hacer lo que hoy es moneda corriente en el capitalismo mundial: los grandes negocios con el comunismo.
-Los gallegos hicimos cosas antes que nadie en muchos ámbitos. El defecto de los gallegos es que somos poco épicos. Todo el mundo piensa que esa parte de la novela es ficción, pero resulta que es la que está basada en hechos totalmente reales. La semana pasada estuve cumpliendo con un pequeño rito, depositando el libro en la tumba de Dostoievski, puesto que terminé la novela en un hotel desde el que se veía.
-Esa parte de los empresarios gallegos en Leningrado, negociando barcos con la «nomenklatura» entre «polbo á feira», ribeiro y vodka, parece muy cinematográfica. ¿Podremos ver la versión cinematográfica?
-Muchos me dicen que la ven como una película. Pero la gente ya construye las historias en cine porque vivimos un mundo multimedia, por eso los escritores estamos muy contagiados por el lenguaje audiovisual. Dicho esto, no me opondría a la versión cinematográfica de mi novela.