El cambio de las enseñas de la fachada de la casa consistorial provoca la primera «crisis» entre socialistas y nacionalistas, socios de gobierno en este Ayuntamiento
05 mar 2008 . Actualizado a las 02:00 h.La pequeña «crisis» generada por el cambio de las banderas en la casa consistorial del concello de Melide fue surgiendo callada, sigilosamente y casi en privado hasta el día de hoy. Lo cierto es que hace ya unos días que el BNG, con la alcaldesa Socorro Cea al frente, decidió cambiar la ubicación de las banderas que ocupaban la fachada principal del Ayuntamiento, para situarlas en lo alto del tejado del edificio.
José Antonio Prado, secretario de Organización de la agrupación local de PSdeG-PSOE, explicó que el descontento con la situación surgió cuando, después de que se retiraran las banderas para lavar, «vimos que a tarefa se dilataba ata que finalmente observamos a nova e incomprensible situación que se lles asignou». Después de que incluso el PP presentara una moción apoyada por los socialistas para manifestar su descontento con el cambio, la alcaldesa, lejos de entrar en la disputa, reiteró ayer que el motivo exclusivo de esta reubicación se debe a criterios estéticos, ya que las banderas estaban tapando los escudos tallados en piedra que adornan la fachada. «Temos moita sorte coa nosa casa do concello, xa que é un pazo do século XVII e as bandeiras non facían máis que entorpecer a visión dos escudos que se alzan na fachada», explicó Socorro Cea dando respuesta a la cuestión.
Pero la disputa va un poco más allá. Los dirigentes del PSOE, critican además la falta de la bandera europea en la nueva situación, ante lo que Cea alega que, en efecto, no es legalmente obligatorio mantenerla. Los socialistas creen que «se trata dun desprezo e moito máis cando Melide é unha localidade propia do Camiño de Santiago, visitada por milleiros de europeos» y anuncian que van a seguir insistiendo hasta que la cuestión cambie.
Esta viene a ser la primera rencilla que se genera entre los agentes de gobierno en coalición del municipio y, aunque el motivo es un mal menor, esta no deja de ser la primera «crisis» con trascendencia pública.