Dicen que la carretera comarcal Boimorto-Muros es la más grande de Galicia y, desde luego, uno de sus tramos, el AC-242 que une Padrón y Teo, concretamente entre Carcacía y Pontevea, se hace largo y sinuoso para los miles de usuarios. Pero más larga es todavía la espera por una actuación en condiciones en la vía, tan larga que nadie es capaz de poner una fecha, un año, a la última vez que se hizo algo en ella, más allá «dun lavado de cara cada catro anos, cando hai eleccións á vista», tal y como explicaba ayer una vecina de la parroquia padronesa de Carcacía. Tiene 75 años y no recuerda en su vida, y ni tan siquiera oír hablar a sus padres, de que la carretera fuera objeto de una mejora considerable, como la que ahora reclama una plataforma vecinal creada en abril de 2004 y que con 1.277 firmas instó a la Consellería de Política Territorial a mejorar el tramo entre Padrón y Pontevea, reivindicación a la que también prestó apoyos el Concello de Teo. Lo que sí recordó ayer esta vecina, al igual que otros lugareños de Carcacía, es que algunas curvas de cerca del núcleo se suprimieron gracias a la aportación de la parroquia, que destinó a tal fin dinero del monte. Las curvas son, precisamente, un elemento identificativo, y también el gran peligro, de esta vía de 6 kilómetros entre Padrón y Carcacía y de 14 hasta Pontevea. Numerosas y sinuosas las curvas, y dos en especial, la llamada Pedra da Abella y la Volta do Río Seco, son un punto conflictivo para el tráfico, a lo que hay que añadir el mal estado del firme, incluso en la recta de entrada a la parroquia de Carcacía. La explanada invita a pisar el acelerador pero el conductor acaba sorprendido y temeroso de los saltos que pega dentro del vehículo a causa del lamentable estado de la calzada. Por cierto, un atropello ocurrido semanas atrás en esta recta, a raíz de un adelantamiento, mantiene a un joven que circulaba en moto en estado grave en el hospital. Los vecinos de Carcacía tienen historias reales para dar y contar sobre el peligro de esta vía abandonada.