Ligando con Boris, mi amor

LOIS PEREIRA

SANTIAGO

HABERLAS HAYLAS | O |

30 dic 2003 . Actualizado a las 06:00 h.

CONOCÍ a Boris Izaguirre en la línea 6 de los autobuses urbanos jacobeos, cuando trabajaba en el Plató 1000 de Montouto. Ese evento histórico epidérmico sucedió en el siglo pasado y yo había dejado el coche aparcado a plazo fijo para una operación de cirugía antiestética. Entonces, Boris estaba aquí como inmigrante televisivo de a pie, escapando de las miserias machistas y económicas de su Venezuela natal. Poco después reapareció a 600 kilómetros a golpe de grito chillón en las crónicas marcianas de Sardá y su estilo de lesbiano semi-ilustrado sentó escuela y resucitó el fenómeno de las salidas del armario, ay, en la otrora muy católica España, reserva espiritual de Occidente y de parte del Oriente civilizado. Ahora Boris acaba de regresar a su Santiago adoptivo pletórico del glamour hortera y posmoderno que define donde estamos y donde vivimos. Boris llegó aquí después de haber recuperado su memoria personal, su particular crónica sentimental en forma de libro. Cual rey Midas, quiere convertir en oro sus fetiches, los poderes secretos y mágicos que rigen nuestras vidas. Eso sí, a cara descubierta. Chapó, amigo.