Comer a dos carrillos

Mónica Lázaro monica.lazaro@lavoz.es

SANTIAGO

SANDRA ALONSO

Julio Iglesias se decanta por el restaurante Anexo Vilas a la hora de hincarle el diente a los pimientos de Padrón y al pulpo.

30 jul 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

Pata negra Poco se rascó ayer los bolsillos nuestro cantante más internacional. Acompañado de su equipo, Julio Iglesias paseó de nuevo palmito por las tierras del Apóstol. Nada de marisco, que encarece la cuenta: empanada de sardinas (ya se sabe, rica en proteínas y baja en grasas), pimientos de Padrón, pulpo, un poquito de pata negra y lubina a la espalda con almejas. Todo al más puro estilo Moncho Vilas. Para impresionar, y refrescar, el paladar, vino de la tierra, pero con etiqueta. A pesar de todo, el artista demostró que sigue teniendo buen apetito. De un Vilas a otro Y mientras Julio Iglesias le hincaba el diente a los productos de la tierra, el popular restaurador Paco Vilas , a golpe de buen género, atendía las demandas de Pepe Domingo Castaño. El periodista consume sus últimos días de vacaciones, a caballo entre su natal Padrón y Compostela, acompañado de su familia. Menudo ritmo Responden al nombre de Rockason. Son Pablo Barge , Rafa Gradín y Francisco Santos , tres amantes de la buena música que han decidido demostrarle al mundo que el pop latino es para ellos pan comido. Los compostelanos acaban de salir a la calle con un repertorio, mezcla de temas de Barge y conocidas canciones de la década de los ochenta, para dar mucha caña. Lo hacen, de momento, todos los jueves en el pub Gala, en la rúa Porta do Camiño. Por cierto que estos artistas de la calle tienen previsto añadir a su espectáculo, a partir de septiembre, una jam session , o lo que es lo mismo, intentar que su público se divierta y participe con ellos en sus conciertos. Los chicos de Rockason promete elevarnos a la cima de los ritmos hispano-cubanos. De plata Por todo lo alto. Así celebraron hace unos días Luis Regueiro y Montserrat Porto sus bodas de plata. La iglesia de Cardeiro, en Boimorto, fue testigo un cuarto de siglo después del amor eterno de esta pareja. El matrimonio estuvo acompañado de su hija María y de un centenar de invitados. Por cierto que los del sarao de la Hacienda Benazuza (ya saben, Jesulín y toda su comandita) podían haber copiado algo de este matrimonio que tras el sonado banquete abrió la puertas de su casa a los vecinos para disfrutar de una velada. Y, mientras, los habitantes del corazón de la comarca de Aljarafe, como popularmente se dice, a ve-las vir . Cuestión de clase.