NACHO MIRÁS MI CALLE
22 jun 2001 . Actualizado a las 07:00 h.Fontiñas es como Brasilia. Surgió de repente en medio de ninguna parte; pero da la impresión de que llevase en el mismo sitio toda la vida. Porque a los lugares los hacen sus habitantes, no sus arquitectos. Y el paisanaje de Fontiñas ha sabido dar a los ladrillos y al aluminio ese calor que tienen los barrios populares. En un radio de pocos metros conviven profesores de universidad, poetas, políticos, un conselleiro, los gitanos de la familia Jiménez -que son muchos y muy morenos- y una buena tropa de juntaletras y picapleitos. En la rúa de Lisboa, a las puertas de Área Central, tuve un día una aparición. Yo entraba; ella salía. Caminaba firme y apoyada sobre las bolsas de la compra. Apenas tuvo tiempo para saludarme; era la hora de comer y se imponía, sobre todas las cosas, el rito obligatorio y nutritivo de lavar la lechuga. Desde entonces, mis zapatos tienen vida propia y siempre acaban llevándome a ese lugar, que ya es para mí un santuario. Me hago el encontradizo en medio de periodistas, abogados, políticos, profesores de universidad, los gitanos de la familia Jiménez y un poeta que se llama igual que un actor. Y sueño con volver a encontrala, luminosa y azul, con su prisa, donde el mundo se llama Fontiñas. imiras.santiago@lavoz.com