«Soy feliz limpiando zapatos, y no necesito nada más»

Rubén Santamarta Vicente
R. SANTAMARTA SANTIAGO / LA VOZ

SANTIAGO

ALVARO BALLESTEROS

Alfonso González, el último limpiabotas

27 abr 2020 . Actualizado a las 09:08 h.

El manual invisible del limpiabotas dice que hay que tener don de gentes, saber estar y saber tratar. Alfonso González va sobrado de todas estas cualidades. Se inició en 1957, y ha pasado por estaciones de autobús, cafés y calles, para acabar en el aeropuerto de Lavacolla. Ahora es el último.

-Si me siento ahora y le pido que me limpie las botas, ¿cuanto será la dolorosa?

-Yo cobro lo justo, a conciencia: 400 pesetas. Antes, cuando eran 250, a los extranjeros les rebajaba cincuenta pesetas porque no sé decir fracciones en inglés.

-¿Cuidamos los zapatos?

-Antes más que ahora. La gente no tiene tiempo para limpiarlos. Por ejemplo, esas esponjitas de los hoteles están acabando con el negocio. Además, los que compran zapatos baratos terminan tirándolos al poco tiempo.

-Pero sus clientes son precisamente los de dinero.

-Yo trabajo sobre todo con ejecutivos.

-Y famosos.

-Por estas manos han pasado actores, escritores, políticos... Recuerdo que cuando le limpié a Antonio Resines, le recité todo su papel en La colmena y se quedó helado.

-Es especialista en Cela.

-Yo leo mucho, y es mi preferido. Además, puedo presumir de la amistad de todo un premio Nobel, que me llevó a un programa de televisión y me saluda cuando viene.

-¿Cuando hace el agosto?

-Pues en verano no, porque es una época que la gente lleva calzado de goma o de tela. Y yo sólo me dedico a la piel.

-¿Tendría un trato especial con Rodríguez Zapatero, por aquello del apellido?

-Yo nunca he hecho distinciones. No tengo prejuicios. Lo único que doy es conversación, y mucha, al que la pide. Soy feliz limpiando zapatos, no necesito nada más.