El cielo se cae

David Pérez

AL SOL

23 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

El cielo se cae…, lleva cerniéndose sobre nosotros desde antes de que las mentes de nuestro mundo pudiesen generar un solo pensamiento. A pesar del tiempo que ha transcurrido desde entonces, ya es demasiado tarde para tomar cualquier medida. ¿Podéis notarlo? El bello erizándose sin razón aparente, un escalofrío en pleno verano o una repentina ansiedad que es imposible de explicar; son tantos los síntomas que me sorprende que aún nadie se halla percatado. La tensión aumenta, el alma se acongoja y los músculos permanecen atenazados por mucho que se ejerciten; ya no queda espacio para nosotros.

Puedo verlo. Al contrario que el resto de personas, yo soy capaz de apreciar esa caída, la cual aflige mi corazón y llena mi mente de pensamientos funestos. Sin embargo, a pesar de todo, me parece la cosa más bella que jamás he visto. Posee infinidad de colores, haciendo que el arco iris parezca insulso y sin vida. Está rodeada por una fuerza energética arrolladora que, pese a su potencia, se mueve con gráciles vaivenes dignos del más delicado pétalo.

La presión que ejerce sobre nosotros oprime como nada que hayamos experimentado, pero carece de cualquier tipo de maldad…, simplemente se muestra tal y como es.

Los minutos se agotan y me invade una repentina calma; ¿para qué sufrir por algo que no puedes cambiar? ¿Por qué temer aquello que desconocemos?

Respiro profundamente y estiro mis brazos hacia el cielo, pudiendo palparlo como nos han enseñado que no es posible…; qué cálido. Algo desconocido me envuelve y permito que mis ojos se cierren para percibir mejor esa sensación; me recuerda a una experiencia que noté mucho tiempo atrás, en los albores de mi vida.

De pronto, todo comienza a desaparecer. Soy incapaz de percibir a mis seres queridos, el aroma del aire o el suelo que me sostuvo a mí y a mis antepasados.

Tampoco puedo escuchar sonido alguno ni sentir siquiera mi propia respiración; ya no queda nada más que mi consciencia. Cuánta paz. Aquella ausencia me guio a lo más recóndito de mi ser, a un lugar donde nada era necesario y donde todo era posible…, a un lugar que es el origen de la vida.

David Pérez. Administrativo. 28 años. Oleiros.