Una cabaña en la cumbre

Pedro Abril Filguera

AL SOL

28 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Se ve la nada. Una ventana que da a cantidades ingentes de nieve y silencio. Siempre ha sido así: una cabaña perdida en la montaña. Pero ve.

Ve el mundo exterior a través de una pantalla, de un altavoz, escrito en renglones y renglones de cosas que… no le importan. Por eso está allí, en su cima, en su venerable cumbre. Y allí seguirá, pues nada le hace pensar que valga la pena integrarse. Toda su vida cabe en una mochila, pues está donde quiere estar. Solo.

Pero espía una y otra vez a través de cables y antenas, pendiente de qué se cuece… ahí fuera. Contempla revuelo y trajín sin inmiscuirse; con desdén, con arrogancia. Presencia con perversa alegría la eterna lucha de quienes, en su opinión, se dejan llevar por sus miedos y sucumben al mundo sin cuestionarse la realidad, la verdad que hay tras la máscara social. Una verdad que él mismo desconoce y únicamente esgrime para sentirse mejor.

Todos están confinados en sus viviendas. Cada vez menos, aun con los riesgos que eso conlleva, pero todavía se quejan, lloran, patalean. ¿Qué pierden realmente? Todo cuanto hacen es entrar y salir de edificios día tras día, más pendientes de seguir la norma que sus propias convicciones. “Si es que las tienen”, apunta mentalmente.

¿Y ahora qué? ¿Qué? Nada sucedía en ninguna parte. Los cables no traían más que un pitido, lejano y estéril. Aún quedaba algo: los libros. Los discos, las películas, memorias y sueños de otros que ya habían visto el mundo antes que él. Gente que se había internado en la marea y había escrito su dolor y su gloria, para bien y para mal, ya gozasen del afecto de los demás o padeciesen su odio.

Él mismo se siente así: mero espectador hipócrita de la desdicha ajena. De sus penas y problemas, sí, y también de su arrojo, de sus ganas de vivir, de su alegría. Siente que todos saben algo que él ignora, pero se consuela pensando que el sabio es él, y los demás una masa compacta sin rumbo.

Llora en silencio por el vacío.

Pedro Abril Filguera. 31 anos. Ferrol.