Su web ha logrado colocarse entre las diez mil páginas más buscadas del país, al acumular 760.000 visitas
22 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Como casi todo el mundo que creó una web, Víctor Mariño (Poio, 1990) no lo hizo por un motivo en concreto. No era cuestión de hacerse rico, tampoco de satisfacer las necesidades de algún sector informativo que no estuviese aún saciado. Simplemente estaba aburrido. Fue un 30 de abril de hace seis años, y la página, como no, fue mutando. Ahora, dependiendo de la semana, se sitúa entre las 5.000 y las 10.000 más visitadas del país. A lo largo de este año, Días con RedFox, que así se llama, fue buscada en los navegadores más de 750.000 veces. El humor siempre es un reclamo.
«Al principio se llamaba Días con RedBull pero pasado un tiempo la compañía en sí me mandó una carta diciendo que me iba a demandar si no lo modificaba», ríe Víctor. Lo cambió, claro. Tampoco era cuestión de embarcarse en un pleito contra las bebidas energéticas. Le dieron las gracias y le dijeron que le mandarían un lote de productos por las molestias. «No lo hicieron, así que se lo fui reclamando varias veces desde entonces. Lo cierto es que un amigo creó un correo de spam para que cada día se lo recordase. Tardaron un año en bloquear la cuenta».
Su página está construida dentro de Tumblr, una plataforma de microblogging tremendamente conocida, y en la que se basan la mayoría de páginas actuales que se dedican a la recopilación de trabajos y su publicación. «Tuve momentos en que la dejé abandonada, pero de aquí a un año y medio digamos que fue cuanto más la trabajé. Dependo de los estudios, la vida laboral... Eso todo. Lo bueno de Tumblr es que te permite ver la fuente, la citas, por lo que no es como Facebook en el que ciertos páginas suben como propias las publicaciones y no lo son».
¿Y qué contiene Días con RedFox? Ciertamente, de todo. «Principalmente son chorradas. Humor de cualquier clase», explica el de Poio. En ese sentido, también hace hincapié en que el no ve límites en el humor, sea negro, blanco o gris. Y aborrece la censura y la autocensura que parece haber invadido Internet en los últimos tiempos. «Ahora casi todo ofende. Si no es a unos es a otros. Si publicas algo machista, te saltará un sector; si publicas algo feminista, será el otro. Muchas veces, es absurdo. Solo es humor, viñetas, dibujos. El problema es que mucha gente se ríe con las bromas en privado, pero no en público». El arte, también ocupa un hueco importante, y tiene su propio espacio, muy aplaudido por los usuarios de la página, que comentan y se interesan por los autores. El de Poio estudió diseño gráfico, y trabajó becado en Italia durante todo un año.
Muchas de las publicaciones que cuelga Víctor son traducciones -realizadas por él- de viñetas que se viralizan en los países anglosajones. «Páginas webs como FinoFilipino, la número uno en España dentro de esta temática, suelen reblogearme directamente. También creaciones propias. Fijo que mucha gente las ha visto, amigos míos por ejemplo, antes ahí que en la mía. O en Cuanto Cabrón, Cuanta Razón... Y similares», ríe. En torno a los virales, Víctor reconoce el poder que ha ido acumulando Internet, y cómo en 2016, podríamos ir de meme en meme, y ya no de día en día, o de semana en semana. «La publicación, por ejemplo, que más compartidas tuvo desde mi página fue una viñeta sobre un chaval que ahorraba para una Play Station 4, y finalmente dona el dinero. Tuvo casi 100.000 reblogs. Una barbaridad».
El problema de ser una fuente para el resto del mundo, implica que es difícil tratar de sorprende al de Poio con una imagen, un vídeo o un meme que no haya visto ya. «Pasa mucho. Viene un amigo a enseñarme algo con el móvil y ya le digo que eso lo subí yo hace semanas. A veces es curioso ver como un tema tarda en ser realmente viralizado, o simplemente, vuelve a hacerlo. Con la viñeta que te comentaba de la Play Station ocurrió. Meses después de la primera oleada de compartidas, volvió a verse en todos los blogs».
«¿Momentos curiosos? Coincidir con alguien en una terraza, en el tren o el bus; y ver que está visitando mi página. Recuerdo una vez en la que vi acceder a un hombre de más de sesenta años, con su Tablet, al lado mía. No me lo esperaba», explica el joven poiense. También señala que apenas ha podido sacar ningún rédito real a la web. «Nunca fue mi intención. Lo cierto es que ni siquiera las visitas me preocupan demasiado. El contenido que subo no varía, no me corto. Eso también te limita. La autocensura de no subir una imagen de cierto contenido puede significar mucho dinero. ¿Publicidad? Seguramente podría poner, pero prefiero que las visitas la vean limpia, rápida. Conozco gente que saca dinero, sí. Sueldos incluso, y con páginas muy similares, pero... No es lo que yo tengo pensado».
Algunos de los blogs más visitados del país cuelgan las traducciones que él realiza en su cuarto
Red Bull amenazó con denunciarlo si no cambiaba el nombre con el que lanzó su página