Así se identifica a una estrella

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

MARÍN

Ramón Leiro

El ex jugador internacional Manel Bosch es ahora representante de jugadores y explica cómo trabaja para detectar el talento de una promesa

12 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Son cientos de niños los que cada día hacen un hueco en su jornada para practicar un deporte, algunos de ellos, los mejores encestando, están esta semana en Pontevedra y Marín. Pero, ¿cuántos de ellos llegarán a vivir del baloncesto cuando lleguen a la madurez deportiva? El ex jugador de baloncesto Manel Bosch tiene algunas de las claves para detectar ese talento. Recién aterrizado ayer en Marín, pasó la tarde en el pabellón de O Sequelo para ver la materia prima de una disciplina a la que Bosch le debe todo. Ahora trabaja como representante de jugadores y en su ideario hay tres factores que determinan la calidad: el físico, el talento y la fortaleza mental. Este último es para él el determinante, casi al mismo nivel que el físico.

Lo primero en lo que se fija este ex jugador de la selección nacional es en el físico de los chavales. Es difícil determinar qué cualidades tendrá un niño que ahora tiene 13 años y está en categoría infantil, pero «se le ve si despuntará en el proceso evolutivo físico, te da el mensaje de si va llegar a medir 2,10, una pista es si es muy espigado o con las extremidades largas», explica Bosch, que cree que el aspecto técnico es el más moldeable. «Hay gente que tiene cualidades de forma más innata, pero si el físico te acompaña con el trabajo puedes llegar lejos», explica desde el pabellón de O Sequelo en Marín antes de que jugase el Villalba Morenito y el Joventud de Badalona. Porque además de ex jugador y representante, Manel es padre de un chaval que juega en la cantera del equipo catalán. «No buscamos el jugador top que vaya a la NBA, la idea es que puedan vivir del baloncesto, tuve jugadores con 22 años que no eran nada y gracias a la perseverancia despuntan con 26 o 27 años», señala. Ojear a los chavales de categorías inferiores, como hará estos días en Marín, le valdrá para anticiparse en caso de detectar alguna valía, pero reconoce que es pronto.

La mentalidad es todavía moldeable y no se puede detectar si va a ser capaz de desarrollar esa fortaleza mental decisiva. «Tendrán que ser capaces de no rendirse, de tomar decisiones sin esconderse, en definitiva de dar ese plus», comenta Manel, que ha visto mucho juguete roto con el paso de los años. Cuando estos tres parámetros coinciden es una especie de «bingo» en el que se da la envergadura, la técnica, la posición y la cabeza. Un engranaje perfecto que ofrece un rango elevado en los factores decisivos para ser una estrella. «A partir de ahí tenemos que hacerle un seguimiento e ir proyectándolo», concluye. Y es que en el baloncesto, el físico es importante, pero además de ese don hay que facilitar que prospere con campus y mucho trabajo. A los que puedan pensar que la azar no es una variable importante, Manel Bosch lo desmiente rápido. «Hay que tener alguien que crea en ti y no venirse abajo si no lo hacen», indica el representante, no tanto por su profesión actual sino por lo que ha vivido en el banquillo. «Empecé con 18 años a ser jugador profesional, pero siempre pensaba que el siguiente año no me llamarían, jamás pensé que tuviese nada ganado, hay que saber superar que no crean en ti y sobreponerte», reconoce desde la grada, en una semana en la que evaluará el presente y lo que deparará el futuro de las mejores canteras del país.