Sigue «na póla»

PONTEVEDRA

El alcalde de Pontevedra. Fernández Lores, y la concejala Eva Vilaverde, el pasado miércoles en el desayuno informativo en el que valoró el primer año de este mandato
El alcalde de Pontevedra. Fernández Lores, y la concejala Eva Vilaverde, el pasado miércoles en el desayuno informativo en el que valoró el primer año de este mandato CAPOTILLO

El balance del alcalde de Pontevedra, Fernández Lores, evidencia que ni se ha enterado del recado de los votantes ni asume que su suerte pende solo del PSOE

26 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

He leído con detenimiento la comparecencia de Miguel Fernández Lores con motivo de cumplirse un año de las últimas elecciones municipales, circunstancia aprovechada por el alcalde para hacer una especie de balance de los primeros doce meses que están a punto de cumplirse de este, su séptimo mandato. Del que, por cierto, a modo de aperitivo, proclamó ufano que «podemos estar ante o meu mellor mandato».

Hay un titular común que se desprende de todas las crónicas: Lores sigue «na póla». Instalado en su nube no se da por enterado de por qué hace un año obtuvo tan mal resultado, con un retroceso de 3.500 votos y dos concejales menos. Ya olvidó aquel propósito «tomo nota do recado». La cura de humildad desapareció. Habla como un flamante ganador cuando fue un rotundo perdedor, ocultando que la victoria fue del Partido Popular y que Rafa Domínguez fue el candidato más votado con 16.000 sufragios.

Lores pretende que ignoremos que solo pudo engancharse a un séptimo cuatrienio gracias, y solo gracias, al apoyo puntual del PSOE pontevedrés. Obligado a votarle a favor en la investidura por el acuerdo marco que suscribieron las direcciones de Bloque y Partido Socialista para apoyarse mutuamente evitando que candidatos más votados, del PP u otras fuerzas, pudieran alcanzar las alcaldías. Esa circunstancia que le fue favorable es, al mismo tiempo, el talón de Aquiles del regidor pontevedrés.

Un gobierno con alfileres

La suerte de este séptimo mandato pende de un hilo desde el primer minuto: el apoyo tácito y pasivo del PSOE. Incluso añado: de la infinita paciencia y enormes tragaderas que tengan Iván Puentes y los suyos para seguir aguantando salidas de tono y desplantes del BNG local. Porque a pesar de que Lores hace como que les pone ojitos repitiendo que «son o socio preferente», la realidad es que los socialistas son los principales destinatarios de las críticas del alcalde y su gobierno minoritario. Hasta tal punto que en la comparecencia que referimos, el único amago de «autocrítica» de Lores cuando admitía «non debín delegar tanto», tuvo como destinatarios a concejales como Iván Puentes, Yoya Blanco o incluso Tino Fernández, a quienes, sin citarlos expresamente, culpabilizó, en el mandato anterior, de lo que llamó «disfuncións, descoordinacións e falta de seguimento da execución dos proxectos». Y se quedó tan pancho.

Lores presume de un gobierno «efectivo». Obvia la media de edad de un gabinete con gente muy quemada, con un reparto de responsabilidades cogido con alfileres y en el que, por primera vez en 25 años, el propio alcalde ha dejado su papel anterior de «reina madre» y ha tenido que arremangarse, asumiendo hasta la portavocía para asegurarse que la comunicación del Concello está «bajo control».

Que estamos ante un mandato como mínimo singular, lo marca el hecho de que tuvo que someterse a una moción de confianza —y exponerse a una potencial moción de censura que llegó a temer, pero que no fraguó— para aprobar los presupuestos municipales de este año. Presupuestos con los que probablemente va a tener que tirar el resto del mandato, prorrogándolos, salvo que se avenga a negociar —de verdad, sin imposturas ni imposiciones— con PSOE y hasta con el PP.

Negociar significa que ganan las dos partes. Lores y el BNG fallan en lo de aceptar que también hay que ceder. El alcalde sigue con el «mantra» de las «liñas vermellas». De modo que se enroca con el modelo urbano («non daremos un paso atrás»), sigue entercado con mantener el cierre de Reina Victoria, los bolardos de Peregrina y no quiere oír hablar del traslado de la feria ambulante. No hay negociación posible con tantas trabas.

Pan y circo

El desempleo, la situación del tráfico, el descuido por el rural y los barrios y la falta de empresas (cuando no el cierre de las que quedan) son las principales preocupaciones de la ciudadanía pontevedresa. Pero no lo parecen para el gobierno municipal. Para Lores el gran mérito de estos primeros meses de mandato ha sido el anuncio de que traerá la gala de los Premios Feroz por dos años. Para vender la imagen de Pontevedra, a un precio que no se detallado pero que no debe ser barato cuando el Concello ha pedido a Diputación y Xunta una importantísima colaboración económica de cientos de miles de euros para costear los gastos.

En el fondo y en la forma, los gobiernos municipales de cualquier color terminan cediendo a la tentación descrita por el poeta latino Juvenal. Pan y circo para desviar la atención de los problemas severos. No es privativo de esta ciudad de Pontevedra. Ocurre también en el entorno. Al alcalde de Poio, Ángel Moldes (del PP), le acaba de achacar lo mismo Goyo Agís, portavoz del PSOE, erigido en el referente de la oposición tras el desplome electoral del BNG con la retirada de Nito Sobral.

Y en Sanxenxo, Telmo Martín acalla las críticas de la oposición y vecinos con más política pragmatista empezando por el principal escaparate, el paseo de Silgar, en el que implantará plataforma única que pretende esté en uso ya en verano. Y planea un aparcamiento disuasorio en las afueras, con servicio de microbuses para traslados al centro de la villa, a fin de aligerar el tráfico y mantener el atractivo turístico. Lo que se dice seguir cuidando la gallina de los huevos de oro.