La plaza de A Ferrería completa su recuperación tras destaparse la fachada de su último inmueble

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

MARIA ARAGON

La retirada de la lona que cubría el edificio en obras deja ver su rehabilitación

20 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Durante más de un año una lona cubría la fachada del último edificio en obras de A Ferrería. La rehabilitación del inmueble número 9, donde estaba Clarita, inició en junio del 2021 unos trabajos que buscaban devolverle el esplendor de los primeros años del siglo XX. Esa lona que ocultaba el andamiaje se retiró definitivamente el pasado jueves y descubrió la nueva cara de una rehabilitación que renovará la fachada del corazón de la ciudad.

El arquitecto Mauro Lomba es el encargado de devolver a este inmueble el carácter histórico que siempre tuvo.

Solo se ha descubierto la fachada, todavía quedan pendientes todos los trabajos interiores y el acondicionamiento del porche. Será entonces cuando el esplendor de A Ferrería sea total. «Tendría que estar todo rematado este mes, pero hasta final de año no será posible», explicaba Lomba, que se muestra orgulloso del trabajo de recuperación que ha hecho en el inmueble contiguo al rehabilitado por César Portela y Enrique Barreiro y que reportó a la inmobiliaria Pirsa el premio Aproin 2007 como Edificio Gallego 10.

El descubrimiento de la lona devuelve ya parte de ese señorío a la plaza, a pesar de que estos días el escenario de los conciertos oculta parte de su belleza. «Estoy satisfecho porque recuperamos el decoro y la imagen pública para la ciudad. Cuando un arquitecto actúa en los cascos históricos y los ensanches tiene que atender al confort interior, pero también a la imagen pública y a la recuperación del patrimonio», resalta Mauro Lomba, que recalca que «hay opciones para hacerlo más barato y más cutre, pero debemos proteger las ciudades».

En el caso del número 9 de A Ferrería se recuperaron para los balcones unas vidrieras en rojo, verde y azul que están en sintonía cromática con las de San Francisco y lucirán especialmente con la iluminación nocturna. «Hay un par de propietarios que no han querido ponerlas, al menos por ahora. Ese es el frente, pero por la calle San Sebastián la fachada también es muy bonita con todo pintado desde el primer piso hacia arriba», puntualiza Lomba. Porque si algo busca este arquitecto es que un edificio despierte todos los sentidos, se convierta en una especie de viaje sensorial.

Pendientes del bajo

Tras descubrir una fachada en consonancia con el entorno, queda por actuar en el bajo, una de las señas de identidad del edificio. Cuatro arcos de medio punto son los pies de un edificio que se levantó sobre construcciones que se remontan al siglo XVI. «Falta por chorrear la piedra, borrar las pintadas e instalar la iluminación. Cuando eso esté acabado dará más belleza al edificio», explica Lomba. Lo que pasará en el bajo está todavía por resolver. En Almacenes Clarita todavía no saben si regresarán al bajo donde echaron a andar hace más de un siglo. Con el inicio de las obras se trasladaron a la calle Manuel Quiroga y con ellos se han ido todos sus clientes. Uno de sus propietarios reconocía ayer que en las dos ubicaciones trabajan bien.

Mientras ellos se deciden, las obras continuarán en el interior de un edificio que cuenta con ocho pisos —dos por planta— de 110 metros cuadrados cada uno. Su valor en el mercado es incalculable porque como reconoce Mauro Lomba, cuando se trata de edificios emblemáticos, el precio es subjetivo. Sus propietarios volverán a vivir en el corazón de la ciudad tras la última rehabilitación de la plaza de A Ferrería.