El botellón se cronifica en el centro de Pontevedra pese a la presencia policial

Lars Christian Casares Berg
ch. casares PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

Ramón Leiro

La visita de hasta seis coches policiales en dos ocasiones no disuade a la multitud

24 oct 2021 . Actualizado a las 13:44 h.

Nueva noche problemática para vecinos y hosteleros de las calles Laranxo, Padre Luis y el entorno de San Bartolomé y los aledaños del edificio Castelao del Museo de Pontevedra, a las puertas de la praza da Leña. Centenares de jóvenes volvieron a elegir esta zona del centro histórico de Pontevedra para hacer botellón en la noche del sábado y la madrugada del domingo. «Esto ha vuelto a ser un desmadre», explica Diego Fernández, vecino de la zona. Ayer por la mañana la basura se amontonaba en los pequeños jardines traseros del edificio del Museo y en las calles aledañas. Además del intenso olor a orín que dejan las noches de borrachera en la calle, cuando el empedrado del centro histórico lo mismo sirve de pista de baile que de váter.

Los restos son solo el testimonio de otra noche de botellón en una zona en la que el fenómeno tiene visos de cronificarse, a la luz de lo reiterativo de las reuniones en torno a bolsas de supermercado repletas de bebidas, hielos y vasos de usar y tirar. Y ello pese a la presencia policial, que los vecinos explican que, esta vez sí, fue más numerosa. Hasta seis vehículos de la Policía Local se presentaron, en una calle abarrotada de jóvenes cargados de botellas, sobre las once y media de la noche. Volvieron al filo de la una de la madrugada, porque la aglomeración seguía allí, causando ruido y los desperdicios que ayer por la mañana, pasadas las once, todavía eran visibles.. «Lo que nos tememos es que se habitúen a que venga la policía y su presencia deje de ser disuasoria», explica un vecino.

Residentes y hosteleros reclaman un papel más activo de las fuerzas del orden. También la Policía Nacional acudió a la aglomeración, aunque con idéntico resultado. Los jóvenes continuaron allí. Reclaman por ello los afectados un papel más activo, con sanciones y, si estas no son posibles, al menos identificaciones de los presentes e inspecciones para ver si tienen en su poder bebidas alcohólicas. A simple vista, la mayoría portan botellas de refrescos o zumos para esquivar la normativa que prohíbe beber alcohol en la vía pública. «Muchos son menores y sería conveniente que se notificase a sus padres qué están haciendo», comenta uno de los hosteleros afectados. Él, al igual que algunos vecinos, prefieren no identificarse ante la posibilidad de sumar al problema que padecen el vandalismo de algún grupo de jóvenes.

 

De hecho, en la noche del sábado al domingo, la Policía Nacional acudió al lugar después de que uno de los vehículos que tiene que pasar por la zona para acceder a su garaje fuese golpeado por alguno de los jóvenes que se encontraban haciendo botellón.

  

Ramón Leiro

Toman las mesas de las terrazas

Antes de que los problemas lleguen a estos extremos se producen otros contratiempos para quienes tienen instalados en la zona sus negocios. Es el caso de Diego Amoedo, dueño del Milano. Este sábado por la noche volvió a ver cómo las personas que hacen botellón decidieron «apropiarse», como explica el propio Amoedo, del espacio. Y es que llegan a tomar las mesas y sillas de la terraza para sentarse cómodamente a hacer botellón. «Yo entiendo que el ocio nocturno es caro y esto son modas, ahora nos ha tocado aquí, pero sí que es cierto que afecta», explica Amoedo. «Igual no tanto a mí, que tengo una clientela más durante el día, yo no pierdo, pero digamos que dejo de ganar», dice. Peor lo tienen algunos de los negocios vecinos, que han enfocado su oferta hacia una restauración que busca el cliente de mediana edad que opta por cenas de fin de semana en un ambiente relajado. «El viernes en esta zona era todo de treinta años para arriba y con este panorama es difícil», explica Amoedo en referencia al botellón instalado en las calles Laranxo y Padre Luis.