El ocio nocturno de Pontevedra se reinventa con el pago de entradas y la reserva previa

Nieves D. Amil
nieves d. amil PONTEVDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

Los hosteleros alertan de que los botellones en el centro son consecuencia «de lo sembrado»

08 oct 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El ocio nocturno es, quizás, uno de los sectores que más han sufrido desde el 14 de marzo de 2020 cuando se decretó el estado de alarma para controlar la pandemia. Desde esa fatídica fecha, el sector no ha vuelto a ser el mismo. Más de un año cerrado y un continuo ir y venir de normativas lo mantuvieron ahogado hasta ahora. La gran mayoría de locales de copas se han unido en el cobro de entradas con derecho a consumición mínima y emplean una lista de reservas previa para controlar el acceso. Y eso cuando entra en vigor el aumento de los aforos en interior y en terraza. «Cobras entrada para que la gente consuma un mínimo», explica Antonio, Tonete, Fernández, del pub Moncloa, que desde este fin de semana también cobrará por acceder. Le ha dado vueltas durante mucho tiempo, pero se une al resto de compañeros que han impuesto esta medida para garantizar un mínimo de ingresos en un tiempo en el que no hay un aforo al 100 %. A unos aforos reducidos y un cierre anticipado para muchas salas de fiestas, se une el botellón, un hábito que sigue haciendo el mismo daño que antes.

La imagen que el pasado martes publicaba La Voz de Galicia en la que se veían decenas de jóvenes bebiendo en el entorno de la calle Padre Luis alarmaron a la hostelería. «Los botellones claro que nos afectan, pero no estamos más que recogiendo lo que sembramos. Durante años le permitiste beber en la calle, habilitaste una zona para que lo hicieran, algo que es surrealista, y ahora tienes que prohibirlo. No lo van a entender», explica Luis López, dueño de la coctelería Hama, que habla de falta de concienciación social sobre el «consumo responsable», especialmente en jóvenes. Reconoce que la solución pasa por aplicar sanciones para evitar su consolidación. El presidente de Hoempo, Daniel Lorenzo, señala que «aunque mi local está al margen de este tipo de clientela, su perjuicio es enorme». Los hosteleros reconocen la difícil solución que tiene un problema enquistado en la sociedad.

El control de aforos reduce el número de clientes y pone en bandeja la búsqueda de alternativas al margen de la ley, como beber en la calle. «Nunca volveremos a tener los bares como antes», explican distintas veces de la noche, que reconocen que aunque el aforo esté al 90 % ante del covid se superaba la capacidad. Para intentar paliar unas pérdidas que en muchos casos son del 50 %, han empezado a cobrar entrada con derecho a copa. En algunos locales, como La Pomada, buscan un equilibrio y equiparan una copa con dos cervezas. Son las opciones que hay por siete euros de entrada. Tonete estudia aún el precio que fijará para un sistema similar al de Dani Lorenzo y Dani Iglesias, de la sala Jackson y el Mulligans, cobra por entrar en la discoteca (5 euros los sábado y seis el domingo), a la que solo se puede acceder con reserva previa. «A las dos abro el plazo para anotarse para esa noche y en menos de diez minutos está agotado», apunta el propietario, que el último fin de semana asegura que tuvo que dejar fuera a unas 200 personas.

Dudas con la reserva

En el Moncloa, por ejemplo, cubren el 70 % del aforo permitido con las reservas que hace la gente, pero dejan el resto para los que se acercan a la puerta. Aunque este sistema es habitual, no gusta a todos. El propietario de La Pomada, asegura que si solo permitiese acceder con reserva, «qué pasaría cuando alguien llama para venir a las doce, ¿lo contabilizo y no dejo entrar a nadie mientras no están o saco a alguien cuando llegan?».

El ocio nocturno cambió con el cobro de entradas y la reserva previa, pero también notan un cambio en los hábitos. «Está ha sido una crisis gorda, pero la que viene será peor. Ahora se vende más cerveza que copas o cócteles», apunta Luis López, que ha visto como su facturación bajó al poder solo abrir hasta la una (tiene licencia de bar). «Psicológicamente también merma mucho porque no puedes dar el servicio a tus clientes», lamenta sobre una situación que, como el resto de sus colegas de profesión, se está adaptando. Todos creen que este fin de semana será la prueba de fuego. El aumento de los aforos y el buen tiempo serán el medidor del resto de la temporada.