El mazazo del macrobrote

PONTEVEDRA

CAPOTILLO

La aparición de decenas de contagiados entre jóvenes pontevedreses implica un retroceso en la desescalada de graves consecuencias sanitarias y económicas

27 jun 2021 . Actualizado a las 22:35 h.

Ha sido un mazazo que nos baja de la nube a toda la sociedad. En 16 meses de pandemia, no habíamos tenido un episodio semejante a este llamado «macrobrote» de coronavirus, originado en Mallorca, que ha generado una onda expansiva afectando a media España y que nos ha pillado de lleno en Pontevedra.

Entre los cientos de jóvenes infectados de toda España, hay por lo pronto entre treinta y cuarenta pontevedreses, según la Xunta. Es una cifra provisional que probablemente crecerá con los cribados convocados de urgencia por las autoridades sanitarias que han llamado a medio millar de bachilleres de centros docentes de la capital. Aunque la participación de los jóvenes está siendo escasa. Apenas la mitad están acudiendo al llamamiento que se prolonga hasta este mismo domingo.

La consecuencia inmediata de este mazazo ha sido el disparo de los indicadores epidemiológicos que reflejan el aumento de contagios, de casos activos e incluso de las hospitalizaciones tanto en Montecelo como en O Salnés. ¡Ojo! Los jóvenes, pese a creerse lo contrario, no son invulnerables.

Un retroceso inesperado

Deberemos prepararnos para lo peor. Es de temer que cuando el martes 29 se vuelva a reunir el comité clínico, sus integrantes tengan ante sí datos que señalen un empeoramiento de la tasa de incidencia, tanto en la ciudad de Pontevedra como en otros concellos del área sanitaria, que propicien decisiones que parecían olvidadas.

Como señalaba el doctor Miguel Álvarez Deza, responsable de alertas epidemiológicas del Sergas, «este brote nos ha desbaratado todo; es un palo muy grande cuando estábamos volviendo a cifras normales de incidencia». Precisamente este especialista clamaba contra la irresponsabilidad de los padres que permitieron que sus hijos viajasen a Mallorca, a relajarse después de las pruebas de la ABAU, en viajes y fiestas multitudinarias como las que han originado este macrobrote.

Según han podido secuenciar los rastreadores, la génesis de lo que está ocurriendo en Pontevedra se explicaría así: el 10 de junio concluyeron los exámenes de la ABAU (antes Selectividad). Un número indeterminado pero significativo de jóvenes pontevedreses deciden tomarse unos días de asueto y relax en Mallorca. Tal y como han hecho generaciones precedentes. Pero entonces no había el bicho que ahora todo complica.

En Mallorca, entre las fiestas en discotecas, los botellones y el concierto de reguetón en la plaza de toros, el virus circuló y muchos jóvenes, entre ellos pontevedreses, se contagiaron. A Baleares viajaron alumnos del IES Sánchez Cantón y de otros centros (Sagrado, SEK y los dos Xunqueiras). Algunos se lo trajeron puesto cuando retornaron. Los del Sánchez asistieron el pasado viernes 18, a la cena que siguió a la celebración de las orlas de los alumnos de 2º de Bachillerato. El encuentro, celebrado en Finca Batacos y, sobre todo, las posteriores fiestas que se celebraron en varios puntos de la ciudad, sirvieron como un temible efecto ventilador.

Las consecuencias

La primera, el esfuerzo de determinar la trazabilidad de los contagios con tantas ramificaciones. Mientras se rastrea a la búsqueda de positivos, con la dificultad añadida de la falta de colaboración de muchos de los implicados, la Consellería de Sanidad ha decretado una cuarentena preventiva para todos los jóvenes gallegos que estuvieron en Baleares hace una semana. Deberán recluirse en sus domicilios y evitar contactos, a la espera de los resultados de las PCR a las que deberán someter.

La primera reacción que nos provoca esta noticia es la cruel constatación de cuán vulnerables somos todavía. Ni siquiera el avance impresionante de la vacunación que va trasladando la inmunización a más grupos de edad, nos preserva de palos tan brutales como el que ha supuesto este macrobrote.

A continuación, nos sobreviene un profundo malestar por la manifiesta insensatez de cientos de jóvenes que se comportan de modo tan inconsciente pese a llevar año y medio escuchando que este virus mata. Parece que no se quieren enterar que el covid se contagia sin distinguir edades y que una irresponsabilidad con los amigos puede propiciar que se conviertan en transmisores de una infección que le puede costar la vida a sus padres o a sus abuelos.

Y como conclusión nos invade un tremendo cabreo al percibir que este repunte de contagios, traerá consigo un retroceso de la desescalada en la que el área sanitaria estaba siendo avanzadilla. Ya sabemos que cualquier parón en esta materia tiene un coste sanitario, social y económico.

Dense cuenta que este mazazo nos llega cuando estábamos celebrando que desde ayer podemos aliviar el uso de la mascarilla en exteriores siempre que haya la distancia social necesaria; cuando recuperamos el aforo pleno en las terrazas en los establecimientos de hostelería de casi toda la provincia -salvo Poio-, y con la inminente reapertura del ocio nocturno a partir del jueves.

Y, de propina, ocurre cuando estamos a punto de entrar en el mes de julio que, según las previsiones del sector, iniciará la reactivación del turismo con unas previsiones ilusionantes para este verano que no nos podemos permitir que se desplomen. Las irresponsabilidades con el covid no solo cuestan vidas, también dañan nuestra economía.