Usar la pandemia en falso

PONTEVEDRA

RAMON LEIRO

Los argumentos esgrimidos para justificar las últimas medidas de tráfico en la ciudad de Pontevedra son meras coartadas para imponer hechos consumados

27 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Los primeros días de la puesta en servicio del corte de tráfico en la avenida Reina Victoria han venido a demostrar tres conclusiones esperables: ni era necesario ni surte el presunto efecto de aclarado en la aglomeración de los cientos de estudiantes que acuden al Instituto Sánchez Cantón y solo responde a un concepto de ordenación del tráfico que tiene en su cabeza desde hace mucho César Mosquera.

De momento, la pretendida separación de la chavalada en sus entradas y salidas del centro docente, no ha ocurrido. Sigue el mogollón y migran hacia Las Palmeras, como han hecho de siempre. Se desinfla el fundamento teórico «anticontagios». Pero ya sabemos que era una coartada para imponer hechos consumados. Por eso se comunicó con apenas cuatro días de margen, sin informe técnico alguno previo que la avalase, «basada» en la experiencia acumulada de los años que se lleva cortando -pero solo 15 días, en agosto, sin clases y con media Pontevedra de vacaciones- durante las Fiestas de la Peregrina…

Bando

Pienso si no habría sido más honesto que el gobierno municipal hubiera dicho a la ciudad que quiere ampliar los espacios de peatonalización. ¿Qué temía? En cambio, se nos vende que consultan con la comunidad educativa. Pero César Mosquera y Demetrio Gómez se lo ocultan a las comunidades de vecinos y demás agentes económicos y sociales que resultan alcanzados por unas medidas que repercuten en el tráfico y el trabajo de millares de pontevedreses. Solo el corte de Reina Victoria afecta a un vial por el que circulaban casi 13.000 vehículos cada día.

Para colmo, justificarlo mediante un bando de la Alcaldía que argumenta (textual) «atopámonos con máis de 1.000 persoas que teñen que entrar e saír do centro de ensino á mesma hora e que dispoñen, para iso, dun espazo tan angosto e reducido…» es tomarnos por tontos a los pontevedreses. Porque si no, en caso contrario, demuestra una desconexión tal con la realidad que preocuparía. Ya sé que me dirán que Miguel Fernández Lores y César Mosquera llevan veinte años subidos al coche oficial, sin preocuparse de aparcar y que eso entraña el peligro de que terminan desconectados de la realidad de los ciudadanos de a pie que sudan para encontrar un hueco cada mañana ya que no se les paga la plaza de párking con el erario público.

Otros centros

Si las aceras de la avenida Reina Victoria (de las más anchas en la ciudad) resultan ser un espacio «tan angosto como reducido», entonces qué podríamos decir de los accesos al CEIP Álvarez Limeses o al Colegio Calasancio, ambos en Joaquín Costa; al Sagrado Corazón en calle A Estrada; o al IES Frei Martín Sarmiento en avenida de Vigo. Por el mismo principio activo, ¿por qué no se plantea el gobierno municipal adoptar medidas idénticas para el acceso y salida de los miles de estudiantes que cursan en esos centros? Finalmente, se concluye que solo es porque así se aprovecha a peatonalizar más usando la pandemia como cloroformo.

El ejemplo es Alfonso XIII. Demetrio Gómez, cual discípulo aventajado, acaba de imponer la decisión de cerrar al tráfico la parte final de esa calle que linda con la plaza Concepción Arenal para dotar al alumnado del CEIP Froebel de otro patio de colegio urbano. Pero el resto de la calle, aunque se peatonaliza, queda con acceso a vehículos, con doble dirección para permitir entrada y salida… ¡Obvio! En la esquina de esa calle con el puente, está el Colegio Doroteas que diariamente ocasiona un tapón de tráfico que repercute en Echegaray, Alameda y en A Barca. Pero ya veremos cuánto tardará el Concello en tirar el siguiente zarpazo.

Si fuera cierto que la única justificación de tales medidas es la salvaguarda de la distancia anti-covid entre estudiantes ¿por qué no se corta el tráfico y se vigila con la Policía Local en los tramos horarios más sensibles? En cambio, ¿qué necesidad había de cortar el tráfico los 365 días del año en una avenida que constituye una pieza sistémica del entramado viario de la ciudad? ¿Y cuando haya vacunas y el coronavirus pase a ser un mal recuerdo, seguiremos con Reina Victoria cortada?

«Egolatría»

Hay trampa. No es por el covid-19; es porque Mosquera encontró un móvil para desencadenar un plan largamente ambicionado. Como escribió José Antonio García Lores, Cáceres, exconcejal que compartió gobierno coaligado con él, «unha vez máis a egolatría pretende impoñer a teoría da posesión da veracidade e do pensamento único».

Por cierto, ¿el grupo municipal socialista ya no tiene opinión sobre estos asuntos del tráfico? Me temo que están encadenados y amordazados por compartir el gobierno de coalición tan bien remunerado. ¡Qué pena!

Lo que sí ha empezado a orquestarse es un movimiento de reacción por parte de vecinos y establecimientos de las calles afectadas que han tenido la acogida de la Cámara de Comercio, AEMPE y AJE. Las patronales quieren canalizar ese malestar para obligar al gobierno municipal a sentarse a hablar. Que es lo lógico. Pero me temo que se van a empotrar contra una pared a la vista de los antecedentes. Contéstense esta pregunta: ¿cuántas veces en 21 años, Mosquera ha decidido dar marcha atrás?