Escenas de matrimonios

PONTEVEDRA

xoán a. soler

Tino Fernández pone a prueba el maridaje de Carmela Silva y César Mosquera en Diputación mientras Lores pide a Núñez Feijóo «cariño» para con Pontevedra

20 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Fue un editor norteamericano, Charles Dudley Warner, quien hace un par de siglos acuñó la frase: «La política hace extrañas parejas», que, años después, el primer ministro británico, Sir Winston Churchill retocó como: «La política hace extraños compañeros de cama», tantas veces citada cuando se habla de pactos y acuerdos. Aunque me cautiva la versión del genial Groucho Marx, quien la parafraseó como: «No es la política la que hace extraños compañeros de cama, sino el matrimonio», también muy apropiada.

A nivel local, el ejemplo más palmario lo tenemos hoy en día en Diputación Provincial, con el gobierno bipartito que mantienen PSOE y BNG, cuya máxima expresión es el perfecto maridaje que escenifican la presidenta Carmela Silva y el vicepresidente César Mosquera.

Amores queridos, los más reñidos

El socialista pontevedrés Tino Fernández define la situación de ese pacto en Diputación como una «luna de miel», aunque es él quien, entre otros, se encarga de someter a la prueba del algodón la estabilidad de la pareja. Como acaba de hacer con propuestas como la que difundió esta semana a propósito de Pasarón. Tino fue concejal de Deportes; conoce bien cómo se fraguó y deformó el proyecto, y por tanto cómo se disparó el presupuesto de reforma del estadio. Por eso exige que Diputación corrija los errores constructivos y que el Concello recepcione la obra que lleva años en un limbo legal. Sin duda, la propuesta es tan certera como astuta. De hecho Tino Fernández se ha convertido en una especie de gota china que tortura tanto a sus antiguos socios del BNG como a sus teóricos compañeros de filas del PSOE, cual Pepito Grillo.

El alcalde Lores suspira por que los amigos del PSOE se lo saquen del medio porque la acción opositora de Agustín le provoca una especial desazón. Y en Diputación, el entorno de la presidenta, también desea sacudirse a Tino, a quien tienen marcado como una de las cabezas que el jefe (Abel Caballero) quiere colgar de la pica si llega a materializar la boda roja que viene acariciando el alcalde vigués en el seno de su partido. Al fin y al cabo es Tino Fernández uno de los más significados portavoces del derecho de los militantes a decidir el futuro del PSOE, reclamando la celebración de un congreso extra y primarias como acaba de solicitar la ejecutiva local que él dirige.

En el amor y en la guerra, todo vale

La derecha ha gobernado Diputación desde 1979 hasta el 2015. El mandato más prolongado fue el de Rafael Louzán, quien enlazó tres mandatos y consumó doce años consecutivos al frente. Cuando Carmela Silva obtuvo la presidencia prometió «abrir puertas y ventanas para que entrase aire fresco» y Diputación fuera «la casa común de todos los concellos», después de décadas de clientelismos y prácticas caciquiles.

Han bastado 18 meses para que el gobierno bipartito de la institución provincial sea acusado de sesgar las ayudas hacia los concellos de su cuerda en detrimento de los gobernados por el PP. Esta semana, alcaldes y concejales populares acudieron al salón de plenos a instar una reunión con la presidenta Silva, quien se hallaba de visita en Lalín. Seguramente los cargos públicos del PP sabían que su gesto era un brindis al sol. Pero de ahí a conceptuar su acción como un «escrache», como lo definió Carmela Silva, va una enormidad. El detalle de tomar nota de las identidades de cuantos acudieron a esa movilización, no denota tolerancia, precisamente. Y, finalmente, definir al dirigente provincial del PP, Alfonso Rueda, como «un antisistema que ideó semejante chantaje» es un chiste cuando estamos hablando del vicepresidente de la Xunta, quien tiene entre sus responsabilidades las cuestiones de orden público en esta comunidad autónoma.

Promesas vacías

La semana nos deparó otra escena política de alcoba. La carta del alcalde Miguel Fernández Lores al reelegido presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijoo. Una vez cumplimentada la toma de posesión, el regidor pide al presidente «cariño» para con Pontevedra, consciente de que debe mantener puentes tendidos.

Una cita atribuida al pintor catalán Santiago Rusiñol define que las mejores cartas de amor «son las que están escritas por los que no están enamorados». La misiva de Lores no conmoverá al presidente gallego; pero seguramente facilitará una inminente audiencia oficial en Santiago.

La Xunta tiene unas cuantas tareas pendientes con la ciudad del Lérez. La más trascendente, sustanciar la deuda hospitalaria una vez retomado el proyecto del Gran Montecelo, después de desistir del disparate de Monte Carrasco.

También debe cumplir con los proyectos comprometidos del segundo edificio judicial y solución intermodal pendiente entre las estaciones de trenes y de autobuses. Pero asimismo deberá evitarnos promesas huecas. En estos días se acaba de desvelar que la reforma y reapertura del antiguo edificio de delegaciones de la Xunta en Benito Corbal no estará para el año que viene y que habrá que aguardar en principio hasta 2018 -solo es una previsión- a que sea una realidad mientras el inmueble se deteriora inexorablemente. Los plazos burocráticos que ahora se suceden con el proyecto arquitectónico amenazan con convertir en un bluf el presupuesto de casi 4 millones de euros que se maneja para acometer la obra.