Unai Silva, de 15 años, se prepara para el Campeonato del Mundo de Corea
11 ago 2015 . Actualizado a las 08:42 h.Unai creció en torno a un tapiz. Se fue haciendo mayor viendo como su hermano Xián subía de nivel y entrenadores y familia moldeaban a un taekuondista que apuntaba a la élite. Unai quiso entonces acompañarlo cada día al Mace-Sport cuando aún casi no levantaba un palmo del suelo. Xián, sub-21, cinturón negro primer Dan, llegó al taekuondo por casualidad buscando una actividad extraescolar para pasar las tardes, pero Unai ya tenía claro desde el principio que le gustaba el olor del tapiz. «Paciente, constante y muy trabajador es imbatible en la dolio chagui», según dice su maestro y responsable del Mace Sport, Miguel Cortegoso. Mientras el mayor de los Silva, de 19 años, empieza este año en el centro de alto rendimiento de Madrid, Unai, cadete cinturón rojo negro 1 Pum, prepara la maleta para coger rumbo al Campeonato del Mundo cadete de Corea, que arranca el próximo 26 de agosto. Tiene 15 años y su tercer puesto en el Europeo y su título de Campeón de España, además del Open de España, llevó a los seleccionadores nacionales a incluir su nombre entre los elegidos para representar al país en la máxima competición mundial. «Estoy nervioso porque todo el mundo me dice que tengo que ganar y no quiero defraudarlos», explica Unai tras una de las dobles sesiones diarias que lo preparan para el podio. «Soy el único que va de Galicia, me enteré el mes pasado, me lo contó mi maestro y me puse contentísimo», indica.
El responsable del Mace-Sport, Miguel Cortegoso, reconoce que ambos son excepcionales sobre el tapiz, pero muy distintos en el combate. La paciencia de uno frente a la agresividad (bien entendida) del segundo. «Xián es muy bueno en la distancia corta», aclara su descubridor. Las diferencias son solo en el tapiz. Su madre, Marta Pazos, resalta la competitividad de ambos. Estos días ayuda a Unai a hacer la maleta para irse a Corea y a Xián a preparar, otra vez, la que se llevará a Madrid. No siempre los puede acompañar. Esta vez, Oriente está demasiado lejos. Aún recuerda cuando llevaron por primera vez a su hijo mayor a Murcia, primer centro de alto rendimiento en el que estuvo. «Con 16 años me costó mucho que se fuera, pero Miguel [Cortegoso] dijo que era el momento, acabábamos de llegar del Campeonato de Europa y los seleccionadores le vieron aptitudes», recuerda Marta, que no descarta ver a su hijo en las Olimpiadas. Trabaja para eso, si no es en Brasil, espera que sea en Tokio 2020.
Unai sigue viviendo en casa, al menos por el momento. Su vida de campeón sobre el tapiz, no le aparta de la rutina de un chaval de 15 años, que cursa tercero de la ESO en el Salvador Moreno. «A mí me gusta lo que a todos, el fútbol y la playa», advierte Unai, que se toma el taekuondo como un juego, en el que como en otras disciplinas de la vida, aprende de su hermano mayor.
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«Estoy nervioso porque todo el mundo me dice que tengo que ganar y no quiero defraudarlos»
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