Pese a los intentos de la concejala Carlota Román, continúa atascada la solución que convierta la Plaza de Abastos en un polo comercial de referencia para la comarca
14 dic 2014 . Actualizado a las 05:00 h.Sería injusto que los desvelos de Carlota Román, concejala de Promoción Económica, por conseguir que la Plaza de Abastos de Pontevedra se convierta en un foco comercial, dinamizador y turístico de primer orden en esta ciudad, se disipen con el final de la presente legislatura municipal, en apenas seis meses.
Ciertamente que la edila lo pretende y viene poniendo todo su empeño desde 2011 en esa misión. Pero la empresa no es fácil. Más bien tortuosa y agotadora.
Tropieza con hábitos «ancestrales», casi decimonónicos. Sobre todo entre quienes deberían ser las primeras interesadas en conseguir aquel objetivo. Las placeras, particularmente, las peixeiras son las más reticentes a la ampliación de horarios, pieza clave en cualquier modernización creíble y factible de la actividad de nuestro Mercado.
Las resistencias de las pescantinas a abrir sus puestos en horario vespertino actúan de freno para que otros, como carnicerías, verduras y frutas se atrevan a hacerlo. Los demás saben que la locomotora de la Plaza son el pescado y el marisco frescos, sin duda el principal atractivo para los consumidores que hasta allí acuden.
Las pescantinas argumentan que abrir de tarde les impediría acudir a subastar a lonjas como O Grove y Portonovo donde se aprovisionan de existencias que venderán a la mañana siguiente. Y que para atender la bancada de tarde en la Plaza deberían contratar mano de obra que les encarecía la explotación.
Frente a tales argumentaciones, absolutamente respetables aunque probablemente un tanto atascadas en el inmovilismo, pesa una realidad asfixiante: el Mercado languidece y se muere un poquito más cada año que pasa.
Hay datos contumaces: de los 367 puestos de venta totales que están registrados en la Plaza, existían casi 100 vacantes. El reciente proceso de concurso y adjudicación ha sido un fracaso. O si lo prefieren: la enésima constatación de que abrir un puesto de venta en el Mercado Central no constituye una alternativa atractiva para quienes pretendan emprender un negocio. Solo 11 puestos se han licitado. El resto seguirán vacíos por falta de interesados.
Reformado por César Portela
Hace ya once años que el viejo edificio de la calle Sierra se reformó por completo, bajo la batuta maestra de César Portela. Nuestro arquitecto contemporáneo por excelencia legó en su ciudad una rehabilitación integral del inmueble, con una apuesta por la amplitud de espacios y la luminosidad que incluyó la dotación de un aparcamiento subterráneo de dos plantas que eliminaba una de las supuestas cortapisas que antes había para no ir al mercado. Pues ni aún así. La actividad ha venido decayendo. Y las perdidas anuales que produce la Plaza de Abastos ya superan el cuarto de millón de euros en cada ejercicio. Y así sistemáticamente desde hace años.
Carlota Román encargó una auditoría técnica para establecer posibles mejoras de la actividad y persuadir a los vendedores allí asentados.
El informe fue concluyente: el Mercado tiene que funcionar con la mentalidad comercial del siglo XXI, algo de lo que sigue estando muy lejos. No solo en cuestión de horarios que necesariamente han de ser de mañana y tarde. También se adolece de una mejor y más higiénica presentación de los artículos; etiquetado; información sobre el origen y trazabilidad de las materias primas y otros aspectos formales que resultan relativamente sencillos de asumir.
En esto, como en tantas otras cosas de la vida, está todo ya inventado. Lo único que hay que hacer es copiar y aprender de quienes lo hacen mejor. Por ejemplo los mercados de San Miguel, en Madrid, o La Boquería, en Barcelona. Ambos son centros comerciales de referencia con una materia prima que probablemente Pontevedra mejora.
Experiencias cercanas
Pero si se prefiere, hay experiencias más cercanas como los mercados de Bueu, Vilagarcía o Santiago de Compostela. Abren por la tarde, con pescado fresco para ser competitivos frente a otras ofertas del sector de distribución. Y complementan la oferta con otros atractivos como restauración, hostelería, showcooking y ferias que actúan como reclamos añadidos.
En la Plaza de Abastos de Pontevedra se han probado algunos de esos cebos -como por ejemplo la Feira de Doces de Convento- que han evidenciado capacidad de convocatoria en horario vespertino y en las plantas superiores del Mercado que resultan las «menos comerciales».
Parece claro que cualquier acuerdo que pueda producirse entre Concello y vendedores para estimular la actividad de la Plaza resulta deseable y urgente. Cualquier entente será mejor que continuar asistiendo a la agonía del Mercado Central de Pontevedra.