Los colaboradores juegan un papel fundamental en el desarrollo del «Camiño escolar»
10 nov 2013 . Actualizado a las 07:00 h.Ayudar a los alumnos en cruces y pasos de peatones. De lunes a viernes, de 8.45 a 9.20 y de 13.50 a 14.20 horas. Es la misión que tienen encomendada los treinta colaboradores que hoy participan en el Camiño escolar, el proyecto de educación viaria integral que el Concello de Pontevedra puso en marcha hace más de tres años. El objetivo final es que los estudiantes de primaria acudan al colegio caminando sin compañía de adultos. Este curso participan siete centros, cincos públicos -Álvarez Limeses (el pionero), Campolongo, Froebel, Praza de Barcelos y Manuel Vidal Portela- y dos privados concertados -Doroteas y Calasancias-.
Esos monitores contratados juegan un papel fundamental en el desarrollo del programa. Ataviados con su uniforme -una cazadora reflectante y una señal de stop- apoyan a los niños en los cruces, haciendo que estén atentos a los semáforos y los vehículos. Indican a los conductores la necesidad de extremar el cuidado por la presencia de menores de 6 años en adelante solos en la calle. En definitiva, prestan un servicio útil a la comunidad, están en contacto con los pequeños y pueden transmirles su experiencia.
La Voz mantuvo un encuentro con dos colaboradores del Camiño escolar. Rosa Aristegui es una de las veteranas. Está feliz con la iniciativa porque «me encanta trabajar con niños». Hace hincapié en que antes de empezar recibieron formación por parte de la Policía Local. Su «esquinita», como ella llama a su cruce, es de las más conflictivas en cuanto al tráfico se refiere: la confluencia de Perfecto Feijoo, San Antoniño y la plaza de Barcelos.
«La formación en seguridad vial fue fundamental para tomar conciencia de lo que íbamos a hacer. Yo soy madre y me costaría dejar que mi hijo cruzara solo, por eso es de agradecer y de destacar la confianza que depositan los padres en los monitores», relata Rosa. Apunta la ausencia de incidentes y remacha que, en general, el comportamiento de los conductores es bueno. «Soy conductora y sé que Pontevedra es una ciudad peatonal y que el que va al volante tiene que tener paciencia. Hay personas encantadoras, aunque también hay gente maleducada e incluso agresiva verbalmente». Pero prefiere darle la importancia justa y quedarse con todo lo bueno. Que es mucho. Esta mujer añade que las rondas por los centros que realiza cada día la Policía Local hacen que los colaboradores se sientan «más amparados». «No se puede dudar. Me planto en el cruce como una estatua para que los niños puedan cruzar. En invierno, con la lluvia, la visibilidad es menor y hay que extremar la precaución. El uniforme ayuda mucho».
Rosa, que lleva desde el curso 2010/2011, podría escribir un libro con las anécdotas que va acumulando. «También paro los coches para que crucen los ancianos y algún alumno que ya va al instituto. Sara, que tiene 96 años, bromea y a veces me dice ??Yo también voy al colegio, Rosa??. La gente es muy agradecida, te da las gracias y una madre me dijo una vez ??Eres como un ángel de la guarda??».
Antonio Hernández, licenciado en Ciencias del Deporte, es otro de los veteranos. Destaca que los niños «se lo pasan bien» yendo solos a clase. El cruce que vigila es el de Uxío Novoneira con Eduardo Pondal. «Al principio pensé que no iba a hacer falta porque es un cruce con paso de peatones y semáforo. Pero a veces no doy abasto y eso que soy alto y me ven bien», comenta. Sostiene que poco se puede mejorar ya en el Camiño escolar, aunque apunta que quizá en algunos crucen harían falta más colaboradores: «Supongo que eso no es posible y que tener treinta ya supone un esfuerzo en estos tiempos». Antonio también se ha topado con algún «energúmeno» al volante que quiere arrancar antes de que abra el semáforo. Afortunadamente son una excepción.