«A la gente no le gusta ir a los juzgados como deporte»

Alfredo López Penide
López Penide PONTEVEDRA / LA VOZ

PONTEVEDRA

El letrado considera que «la confianza era el mejor capital que tenían los bancos» a la hora de colocar preferentes

10 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Es todo un experto en lo que a las preferentes se refiere, algo que demostró días atrás al protagonizar un coloquio en la Casa Rosada de Poio. El abogado pontevedrés José Ramón Cao Argüello tiene claro que estos productos financieros no solo se gestionaron en España, sino en muchos otros países, pero, a diferencia de estos, aquí «se ofrecieron a consumidores, pymes, profesionales de toda índole... A lo mejor conocían los productos, pero como los contratos son crípticos, barrocos y encierran una jeringonza incomprensible, uno no se podía hacer una idea elemental de las consecuencias a las que se exponían».

-¿Cuáles son las dudas más habituales que le trasladan los afectados?

-Suelen estar relacionadas con la incertidumbre de los arbitrajes. Aunque es un procedimiento que está provisto de las garantías de otros procedimientos judiciales, lo cierto es que no se está respetando la certidumbre que asiste a cualquier persona que acude a una Administración. Es decir, si uno solicita una solución a un problema, lo lógico es que se le asigne un número de expediente y se le notifique si la persona reclamada se somete o no a una audiencia de arbitraje. En el caso de las preferentes, las personas no son llamadas ni han recibido información del número de expediente, ni se les ha comunicado si la parte reclamada ha contestado o no a su solicitud.

-Y todo en un momento en el que si se acude a los tribunales, uno se va a encontrar con que tiene que pagar tasas judiciales.

-Por supuesto, las tasas son una circunstancia impeditiva que supone el mayor atentado a los derechos civiles desde el nacimiento de la Constitución. Si uno tiene preferentes por importe, por poner un ejemplo, de 240.000 euros y acude a la Justicia, está sujeto a una tasa de 1.500 euros y si recurre se incrementa en otros 1.800 euros. Lo que consiguen es disuadir a la gente de acudir a los tribunales, que es el lugar donde los consumidores están en igualdad con las entidades bancarias. A los consumidores, como a los afectados, no les gusta ir a los juzgados como deporte. Van en casos de estricta necesidad. Se están poniendo unas barreras difícilmente franqueables para personas que están atrapadas en las preferentes o situaciones hipotecarias precarias.

-Aún hay muchos que se preguntan cómo les pudieron engañar con estos productos financieros.

-Lo cierto es que la gente cuando acudía a las entidades lo hacía con la confianza de que su dinero estaba a buen recaudo y que no corría ningún riesgo. La confianza era el mejor capital que tenían los bancos y cajas. Los empleados, mal informados y mal dirigidos y presionados por los directivos, mantenían breves encuentros con los clientes. Les colocaban los productos indicándoles que estaba asegurada la disponibilidad del dinero. No les decían la verdad. Por ejemplo, no les informaban que para recuperar el dinero tenían que ir a un mercado secundario. Las preferentes no cotizan en la Bolsa. Es como si uno compra en la plaza de abastos, donde tienes productos de garantía, o si lo haces en un patio.

-¿Cuándo surgió el problema?

-Cuando la crisis trajo problemas de liquidez a las entidades, estas asumieron que no podían vendérselos a sociedades de fondos de inversión, por lo que optaron por colocarlos a clientes de toda la vida. En muchos casos no estaban preparados siquiera para saber lo que estaban firmando y, en otros, la redacción del propio contrato lo hacía ininteligible.

José Ramón Cao Argüello Abogado